La acción política basada en la mentira y en los discursos tóxicos que
azuzan la confrontación social necesita crear mundos paralelos a la
realidad que la sustenten. Mundos oscuros y casposos en los que el miedo
a todo tipo de acontecimientos apocalípticos es la base.
Mundos donde
suceden hechos gravísimos y antinaturales contra los que es necesario
combatir en guerra santa. Esta semana UPN y PP han tratado de retroceder
a Navarra una vez más a ese mundo de miedos acomplejados en el que el
eterno que vienen los vascos es el único mantra.
Da igual que sean las
políticas de apoyo a la normalización del euskera que un festival de
folklore cultural de danzas y coros. O nosotros o el caos, dicen y
repiten Esparza y Beltrán en los descansos del tiempo que dedican a
descalificarse mutuamente. En esos mundos irreales todos tienen miedo de
todos y así todos son enemigos de todos.
Otra vez el viejo Navarra está
en riesgo de ventasi no gobiernan ellos. Ellos son los de siempre. Los
otros navarros no son buenos navarros. Son gentes nacionalistas y de
izquierdas. No son gente de ley y orden y de eso no se puede esperar
nada bueno. En realidad, ese discurso del miedo descubre su miedo a no
recuperar el poder perdido que ellos siempre han creído exclusivo suyo
por algún tipo de fórmula religioso-alquímica en la que sólo ellos
creen.
Miedo a que su verdad absoluta se desvele como falsa e irreal. Su
miedo a la voluntad libre y democrática de los navarros y navarras, a
aquella consiga de que Navarra será lo que los navarros quieran...
siempre que lo que los navarros y navarras quieran coincida con lo que
UPN y PP quieren. Miedo a que los navarros y navarras se vuelvan locos.
Es viejo también ese miedo. Periódicamente se agita ese miedo a que la
sociedad navarra se vuelva loa como argumento de peso para la derogación
de la Transitoria 4ª de la Constitución, que avala el derecho a decidir
de los navarros y navarras sobre la posibilidad de una unión política y
administrativa con el resto de los territorios vascos y mantiene
todavía un resquicio de la histórica soberanía foral de Navarra. Muy
pobre argumentario. Simplimismo político para ocultar un extremismo
autoritario peligroso. La única Navarra es su Navarra, la voluntad de
los navarros y navarras no es válida si no acepta sus órdenes y vuela
libre a sus anchas por otros caminos.
El miedo de un régimen anclado en
una visión minorizada y reduccionista de Navarra a reconocer que ese
tiempo viejo ya ha pasado. Representan una vuelta al pasado que dejó un
lastre político, social, económico y financiero desastroso para Navarra.
De hecho, el único riesgo real para la viabilidad de Navarra como
comunidad foral ha sido la gestión de UPN, PSN y PP, que puso en
cuestión su futuro financiero y presupuestario y su capacidad de
impulsar medidas de desarrollo económico, empleo y cohesión social y
territorial.
Miedo por saber que la sociedad navarra es una sociedad
democráticamente madura, que no necesita fantasmas agitados a la
desesperada para posicionarse en las urnas. Las encuestas no aseguran
nada, pero apuntan una consolidación de las propuestas del cambio
político y social en Navarra antes que un retroceso al tiempo de un
régimen político anquilosado en realidades ya viejas.
Por eso el
discurso del miedo trata de ocultar sus verdaderos miedos a un presente
cada vez más alejado de sus nostálgicos anhelos de su pasado.
Joseba Santamaría, en Diario de Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario