Aspecto de la multitudinaria manifestación en Bilbao.
Minutos después de que terminara la
movilización, el metro de la capital vizcaína también se vio totalmente
desbordado de gente. "Hemos puesto las mismas frecuencias que tenemos de
lunes a viernes, pero los vagones están repletos", comentó una
trabajadora.
De hecho, en las pantallas de las máquinas expendedoras de billetes había una serie de recomendaciones para utilizar este medio de transporte público ante un día que prometía quedar grabado en la memoria de la ciudad.
Sin embargo, hasta los pronósticos más optimistas se quedaron cortos. Ni el granizo ni la lluvia les hizo retroceder.
El 17-M será difícil de olvidar.
Movilización gigantesca en la capital vizcaína, donde personas de todas
las edades colapsaron el centro de la ciudad bajo consignas contra los
recortes y en defensa de las pensiones dignas
La historia parece repetirse. En los ochenta,
miles de personas se movilizaban en Euskadi para pedir que no les
dejaran sin trabajo. Eran los años de desindustrialización, el paro y la pobreza.
Hoy, más de treinta años después, vuelven a salir a la calle.
Ya no llevan los buzos de Altos Hornos o Euskalduna, pero tienen el mismo espíritu de lucha. Ayer peleaban por el futuro. Ahora les toca plantarse contra unas pensiones de miseria.
Este sábado, el centro de Bilbao ha quedado totalmente colapsado por
una manifestación que ninguno de sus participantes olvidará.
No en
vano, esta ciudad acaba de vivir una de las movilizaciones más
multitudinarias de su historia: según la Policía Municipal, 115.000 personas han tomado parte en la manifestación por unas pensiones dignas que se ha celebrado esta tarde.
Más allá de las cifras, hubo una evidencia
innegable: cuando la cabecera de la marcha había llegado a la meta
—situada en el Sagrado Corazón—, aún había gente en el punto de salida,
fijado en el ayuntamiento de Bilbao.
Se trató del recorrido inverso al
que otra multitud realizó el pasado 8 de Marzo con motivo de la Huelga
Feminista. En ambas ocasiones, la Gran Vía de la capital vizcaína ha
ofrecido imágenes históricas.
"Esto va a ser impresionante. Acaba de empezar y ya cuesta moverse", afirmaba a Público
María Luisa, una pensionista que había venido junto a una amiga desde
la localidad de Mungia.
Las calles del Casco Viejo que conducen al
ayuntamiento le daban la razón: sin buscarlo ni preverlo, la multitud
que atravesaba la zona antigua en dirección al punto de arranque de la
movilización acabó protagonizando otra mini-manifestación improvisada.
El reloj marcaba las 17.00, y el cielo de
Bilbao empezó a tirar granizo. Luego hubo varios minutos de lluvia
intensa, pero prácticamente nadie se movió de su lugar.
La tormenta dio
un respiro a los miles y miles de manifestantes, que durante al menos
dos horas tomaron por completo la principal avenida de la ciudad. "Hay
mucha gente, y de todas las edades.
Estamos notando el apoyo de la gente
joven", afirmó Javi, uno de los tantísimos pensionistas que este sábado
decidió salir a la calle. "Es una movilización sin precedentes", agregó Mari Carmen.
Olga hizo el recorrido junto a su hija, su
yerno y sus nietos. "Unas amigas han estado al principio y luego se han
marchado por la lluvia, pero yo he querido quedarme hasta el final",
explicaba a Público mientras la manifestación avanzaba con enorme
dificultad.
No muy lejos, un hombre ya jubilado enarbolaba un cartel
que criticaba a los "chorizos y ladrones" y pedía unas pensiones dignas.
En el manifiesto leído en el Sagrado
Corazón, los pensionistas se declararon "hartos" de las mentiras del
gobierno y de que les impongan "recortes de pensiones y reformas
laborales dirigidas a reducir salarios", mientras la banca y las grandes
corporaciones "multiplican escandalosamente sus beneficios y pretenden
hacer negocio mediante planes privados de pensiones".
También aportaron
un dato estremecedor: en la Comunidad Autónoma Vasca hay 190.000
personas que "malviven con menos de 700 euros de pensión", mientras que en la Comunidad Foral Navarra existen otros 56 mil pensionistas en esa misma situación.
De hecho, en las pantallas de las máquinas expendedoras de billetes había una serie de recomendaciones para utilizar este medio de transporte público ante un día que prometía quedar grabado en la memoria de la ciudad.
Sin embargo, hasta los pronósticos más optimistas se quedaron cortos. Ni el granizo ni la lluvia les hizo retroceder.
El 17-M será difícil de olvidar.
Danilo albin
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