Mariano Rajoy ha sido elegido presidente con los votos de su partido y
los de Ciudadanos. También con la abstención de una parte del grupo
socialista. Finalmente ha conseguido, y en segunda votación, los
reglamentarios “más síes que noes”.
La aritmética parlamentaria ha dado para ello. ¿Dónde esta lo ilegítimo de la investidura? Por lo demás, los pactos entre el centro- derecha y el centro-izquierda no son habituales pero sí están normalizados en cualquier país del entorno en el que decimos estar mientras no decidamos lo contrario. ¿Dónde está lo raro? La rareza, hasta donde yo sé, es algo que se sale de lo usual y corriente en un entorno de relaciones humanas. Hasta donde yo sé, por otra parte, la línea oficial del PSOE en los últimos cuarenta años ha sido la de querer ocupar el centro-izquierda y la izquierda ajena a la tradición comunista.
Otra cosa es que el pacto de baja intensidad (ha sido acordar una abstención mínima y estratégica, conviene no olvidarlo) entre PSOE y PP haya llegado tras una brusca operación en la calle Ferraz que ha terminado, de momento, con las aspiraciones presidenciales de Pedro Sánchez y ha provocado una tormenta en el socialismo español de la que se recuperará, en el mejor de los casos, con muchas dificultades.
El papelón ha sido mayúsculo. Penoso ha sido ver a Antonio Hernando durante estos días, un asalariado del partido de esos que crecen cual musgo invernal en el entorno de las despachos pudientes de la partidocracia, defendiendo ahora la abstención con la misma convicción con la que en verano defendía el “no es no”. ¿Y César Luena? ¿Y María González? ¿Y…?
Pedro Sánchez les vio desdecirse desde su casa mientras ponía a punto su coche para salir a la carretera de agrupación en agrupación. Pero, ¿quién va en el coche de Sánchez?
Dice que cuenta para el viaje con el PSC, que se ha convertido en el principal foco de la resistencia contra el creciente tono andaluz-susanista del partido. Pero el PSC es un partido que se ha nutrido en gran medida del pijerio barcelonés y de la burguesía catalana de pitiminí. El PSC no va a hacer al PSOE ni más obrero ni más español.
La esencia más verdadera del PSC no es ni Josep Borrel ni Carme Chacón. El PSC es el partido que se enredó en la corrupción del independentismo pujolero del tres por ciento.
En el coche de Sánchez no va el populismo de Podemos, pero gustosamente esta dispuesto a empujar en la cuesta arriba. Pero el populismo no es una apuesta por una socialdemocracia borreliana, neta y contundente. Es, en cambio, un proyecto confuso y difuso en sus objetivos.
Es la bufonada creciente de Pablo Iglesias acompañada por la ingenuidad, la desesperación y/o el cabreo de centenares de miles de ciudadanos inscritos en ese proyecto que se creen todavía una película de calidad política muy defiente.
De manera que el coche de Sánchez tiene un recorrido absolutamente incierto. Ví, eso sí, tanta sinceridad en sus lágrimas como sincera es su desmedida ambición de ser presidente del Gobierno. Lo va a seguir intentando pero en el PSOE no están por la labor.
El coche arrancará pero no es posible saber si tendrá gasolina para un recorrido que la Gestora quiere que sea lo más largo posible.
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