Arturo Pérez Reverte, protegido y archipublicitado por los medios de
propaganda del capital a cambio de defender el sistema engendrado por el
franquismo en el largo y sangriento parto de la Transición, ha vuelto a
demostrar su sumisión a quienes le hacen vender libros o vivir de los
suculentos beneficios de poner el culo sobre una letra del castellano en
la Real Academia, equiparando, en su última entrevista
sobre su último bodrio literario -folletín que se desarrolla durante la
agresión nazi-fascista a la República Española de 1936 a 1939-, a las
víctimas del fascismo con las del antifascismo:
El fascista vergonzante y plumista atrabiliario Pérez Reverte dice, además, que "en España es inaceptable" un discurso como el suyo, aireado a los cuatro vientos, eso sí, en la prensa empresarial. Miente. Un discurso como el suyo es inaceptable en Alemania o en Austria, donde la equiparación artera y falaz de fascismo y antifascismo le habría llevado directamente al banquillo de los acusados.
Y si él, en España, puede
decir semejante cosa es porque la clase social que alentó y apoyó el
golpe fascista del 36 es la misma que a él le ha metido en la Academia
de la Lengua y le paga sus artículos.
¡Pérez Reverte, fascista!
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