lunes, 31 de octubre de 2016

Financiación ilegal. Dedicado a Hernando, González y Juan Carlos I



En un rasgo inédito en las relaciones internacionales, y me temo que en los comportamientos de cualquier jefe de Estado en una democracia, por muy recién nacida que fuera ésta, el Rey, consciente de su papel en La Empresa, envía una carta al entonces sha de Persia, Reza Pahlevi, pidiéndole la nadería de diez millones de dólares.


 La carta, escrita en francés, con la dirección y la despedida escritas a mano, tiene fecha del 22 de junio de 1977, y está enviada desde La Zarzuela.


Mi querido hermano:


Para empezar quisiera decirte cuan inmensamente agradecido estoy por que hayas enviado a tu sobrino, el Príncipe Shahram, a verme, facilitándome así una respuesta rápida a mi petición en un momento difícil para mi país. Me gustaría a continuación informarte de la situación política en España y del desarrollo de la campaña de los partidos políticos, antes, durante y después de las elecciones (parlamentarias).


Cuarenta años de un régimen totalmente personal han hecho muchas cosas que son buenas para el país, pero al mismo tiempo dejaron a España con muy deficientes estructuras políticas, tanto como para suponer un enorme riesgo para el fortalecimiento de la monarquía. Después de los seis primeros meses de gobierno de Arias, que yo estuve igualmente obligado a heredar, en julio de 1976 designé a un hombre más joven, con menos compromisos, a quien yo conocía bien y que gozaba de mi plena confianza: Adolfo Suárez.


Desde aquel momento prometí solemnemente seguir el camino de la democracia, esforzándome siempre en ir un paso por delante de los acontecimientos a fin de prevenir una situación como la de Portugal que podría resultar aún más nefasta en este país mío.


La legalización de diversos partidos políticos les permitió participar libremente en la campaña (electoral), elaborar su estrategia y emplear todos los medios de comunicación para su propaganda y la presentación de la imagen de sus líderes, al tiempo que se aseguraron un sólido soporte financiero. La derecha, asistida por el Banco de España; el socialismo, por Willy Brandt, Venezuela y otros países socialistas europeos; los comunistas, por sus medios habituales.


Entretanto, el presidente Suárez, a quien yo confié firmemente la responsabilidad del gobierno, pudo participar en la campaña electoral sólo en los últimos ocho días, privado de las ventajas y oportunidades que expliqué ya anteriormente, y de las que se pudieron beneficiar los otros partidos políticos.


A pesar de todo, solo, y con una organización apenas formada, financiado por préstamos a corto plazo de ciertos particulares, logró asegurar una victoria total y decisiva.


Al mismo tiempo, sin embargo, el partido socialista obtuvo un porcentaje de votos más alto de lo esperado, lo que supone una seria amenaza para la seguridad del país y para la estabilidad de la monarquía, ya que fuentes fidedignas me han informado que su partido es marxista. Cierta parte del electorado no es consciente de ello, y los votan en la creencia de que con el socialismo España recibirá ayuda de algunos grandes países europeos, como Alemania, o en su defecto, de países como Venezuela, para la reactivación de la economía española.


Por esa razón es imperativo que Adolfo Suárez reestructure y consolide la coalición política centrista, creando un partido político para él mismo que sirva de soporte a la monarquía y a la estabilidad de España.


Para lograrlo el presidente Suárez claramente necesita más que nunca cualquier ayuda posible, ya sea de sus compatriotas o de países amigos que buscan preservar la civilización occidental y las monarquías establecidas.


Por esta razón, mi querido hermano, me tomo la libertad de pedir tu apoyo en nombre del partido político del presidente Suárez, ahora en difícil coyuntura; las elecciones municipales se celebrarán dentro de seis meses y será ahí más que nada donde pondremos nuestro futuro en la balanza.


Por eso me tomo la libertad, con todos mis respetos, de someter a tu generosa consideración la posibilidad de conceder 10.000.000 de dólares, como tu contribución personal al fortalecimiento de la monarquía española. En caso de que mi petición merezca tu aprobación, me tomo la libertad de recomendar la visita a Teherán de mi amigo personal Alexis Mar-das, que tomará nota de tus instrucciones.


Con todo mi respeto y amistad.


Tu hermano,


JUAN CARLOS


El sha de Persia debió quedarse literalmente perplejo ante el desparpajo y la bisoñez del Rey, y si bien respondió afirmativamente a la demanda, tuvo el buen cuidado de no hacerlo por carta. El ministro del sha anota, tras la reproducción de la misiva de Juan Carlos: «El Sha contestó a esta carta el 4 de julio de 1977. Está cariñosamente redactada, pero muestra una mayor precaución que la del rey de España. “En cuanto a la cuestión a la que aludió Su Majestad, transmitiré mis reflexiones oralmente”».


Fue gracias al derrocamiento del sha de Persia Reza Pahlevi, en 1979, y el exilio de quien había sido varias veces su ministro, Asadollah Alam, que hoy se puede documentar esta historia. La publicó en inglés dentro del libro titulado de El Sha y yo, un texto nada fácil de encontrar. Años más tarde, en su entusiasta hagiografía de Adolfo Suárez, escribe García Abad que de este dinero pedido por Juan Carlos, y generosamente donado por el emperador del Irán, «llegó mucho más al palacio de la Zarzuela que al de la Moncloa», con lo que alude un cierto reparto desigual.


 Y añade rotundo: «El episodio hay que inscribirlo con más propiedad en el capítulo de la picaresca real que en el de la historia de UCD». El bueno de García Abad apostilla que el asunto forma parte de «la complicidad» entre el Rey y Adolfo Suárez, manifestada no sólo en ese quítame allá esas pajas de diez millones de dólares del año 1977, sino en el viaje inmediatamente posterior que hará el presidente Suárez a Arabia Saudí, acompañado del administrador privado del Rey, Prado y Colón de Carvajal, para concretar otro préstamo del príncipe Fahd al Rey Juan Carlos y a la UCD. 


Cuenta García Abad, con sobriedad no exenta de gracia, cómo Prado y Colón de Carvajal, aprovechándose de que el presidente Suárez no tiene ni idea de inglés, hace de traductor, engañándole respecto a las cantidades que recibirá el monarca, con el consiguiente pellizco para Prado. Le convirtió los «thousand millions» (mil millones) en «millions» (millones) a secas.


*Tomado del archivo público de Google Books y perteneciente al libro ‘Adolfo Suárez ambición y destino’ de Gregorio Morán.


 http://iniciativadebate.org/2016/10/30/financiacion-ilegal-dedicado-a-hernando-gonzalez-y-juan-carlos-i/




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