Repugnante. Y me quedo corto. Un oficial de la Brigada
Paracaidista decidió por su cuenta y riesgo que una gata y sus cuatro
crías debían morir (excelente información en Público.es de Carlos del Castillo).
Algo tan inimaginable en casi cualquier otro sector de la sociedad
tiene cabida en las Fuerzas Armadas y ello se debe a tres cuestiones
fundamentales: una execrable justicia militar, una enorme carencia de
derechos y libertades y, por último, una mezquina connivencia de medios
de comunicación y políticos.
Según relata Carlos del Castillo (no hay motivo para no creer la denuncia de los soldados), la dramática historia se produce a finales de mayo de este año, fecha en la que comenzó el relevo entre la Brigada Paracaidista y la Legión en la base ‘Miguel de Cervantes’ en Líbano. Cuando se relevan unidades es fundamental que aquella que termina la misión, en este caso la Legión, informe a la que la comienza, la Brigada Paracaidista, lo que se va a encontrar.
Desconozco si en dicho relevo se informó del peligroso enemigo que había conseguido introducirse en la base después de sortear todas las medidas de seguridad. Se trataba de uno de los grupos de animales, por lo que se ve, más peligrosos que existen para la supervivencia del ser humano y que, sin duda, acechaba en la oscuridad dispuesto a asestar un golpe mortal a la seguridad e integridad del personal: una gata y sus cuatro crías.
En cuanto el oficial de la Brigada Paracaidista, siempre presto a resolver cualquier amenaza mortal, fue informado o se enteró de ello (yo me decantaría por la primera opción porque muy listo no parece que sea), convirtió a la amenazadora gata y sus cuatro crías en la prioridad de sus subordinados. Primero ordenó que se les dejara de alimentar y, después, optó por ordenar que los animales fueran capturados.
Desarrollando un brillante plan, entiendo que aprendido en la Academia General Militar, consiguió capturar a la gata y las cuatro crías. No podía ser menos tratándose de una mente tan excelsa. Una vez que el enemigo, el peligroso enemigo, estaba en sus garras no podía permitir que escapase. Así pues, decidió que había que matar a los felinos: introdujo a la gata y sus cuatro crías en un cubo y lo puso al sol hasta que consiguió su objetivo de exterminar la temible amenaza. ‘Nacido para matar’.
La situación fue tan aberrante, los maullidos de la gata y sus crías tan hirientes, que los soldados decidieron que algo así no podían dejarlo pasar. Con muy buen criterio y también con valentía, pues informar en el Ejército no es una broma, más aún teniendo en cuenta el sádico y desgraciado personaje del que estamos hablando, enviaron los correspondientes partes informando de lo sucedido a la superioridad.
A día de hoy, la cúpula y la justicia militar, a cual más infame, se piensan qué hacer con tan cruel suceso. Si este no hubiera salido a la luz, aquí paz y después gloria, pero no es el caso. Así pues, decidirán qué hacer con tan execrable militar, aunque lo más seguro es que opten por la receta tradicional en estos casos: ascenso y condecoración.
El maltrato de animales es un delito, pero no para el Código Penal Militar, menos aún para los altos mandos y los jurídicos militares, menos aún si tales hechos los ha cometido alguien de los suyos: un oficial.
El oficial, por desgraciado, por malnacido y por manchar el uniforme militar merece ser expulsado de las Fuerzas Armadas, pero esperar que se haga justicia en un estamento en el que sigue prestando servicio el capitán que fue condenado por 28 abusos sexuales o los seis militares que apalearon a dos prisioneros en Irak es mucho esperar.
Y esperar que un expediente gubernativo mande al desempleo a este oficial también es mucho esperar, puesto que esas expulsiones existen para rebajar el número de militares de tropa y para los que denunciamos corrupción y queremos un ejército más democrático.
Así pues, semejante sádico, semejante hijo del cual seguro que su madre se avergüenza, seguirá en las Fuerzas Armadas, seguirá mandando a soldados y seguirá enseñándoles cómo ser un buen militar…
En el fondo, y no tan en el fondo, para la cúpula castrense no es un mal militar, dado que si lo fuera, después de cinco meses de tan igniominiosos hechos, ya le habrían encerrado y estaría su expulsión en camino (como me ocurrió a mí).
No es el caso. Para la cúpula y la justicia militar, el sádico oficial no es un mal militar, si acaso ha cometido una chiquillada, si acaso ha sido pueril al cometer su tropelía sin asegurarse de no ser grabado… Si acaso.
Cada día que pasa resulta más patente que nuestras Fuerzas Armadas necesitan una profunda regeneración y la justicia militar desaparecer por completo.
No comprendo cómo altos mandos y jurídicos militares no lloran o, al menos, se acongojan al ver las imágenes y los vídeos de la gata y las cuatro crías cruelmente asesinadas (yo no lo pude evitar) y no comprendo cómo es posible que el resto de mandos de la Base ‘Miguel de Cervantes’ tolerasen una aberracción tan injustificable…
Ah, ya sé, es que ellos han nacido para matar y, lo que es peor, para tolerarlo.
En fin, espero que hechos tan monstruosos hagan comprender a la sociedad lo que sucede en los cuarteles.
Pd: Mi felicitación a los honrados militares que han denunciado lo que ha acontecido.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
http://blogs.publico.es/un-paso-al-frente/2016/10/18/6827/
No hay comentarios:
Publicar un comentario