A Felipe González no se le ha escapado sin querer lo que ha dicho de
Pedro Sánchez. Es obvio que un líder político de esa magnitud y con esa
experiencia domina el tiempo y las voluntades.
Nadie le va a decir ahora que no diga eso. O eso cree, al menos. En cualquier caso, González ha venido a decir que se siente engañado por el actual secretario general del PSOE, que le prometió en una conversación privada que se abstendría en segunda votación a la investidura de Mariano Rajoy.
Poco parece importarle a Felipe González que Pedro Sánchez se presentase a las elecciones garantizando un ‘no’ en una hipotética sesión de investidura de Rajoy. Una promesa a un expresidente del gobierno en una conversación privada debe valer más que la promesa a más de cinco millones de votantes, debe creer Felipe González.
En cualquier caso, el expresidente socialista no está en grandes condiciones de reclamar fidelidad a una opinión. Puede hacerlo, evidentemente, pero comprendiendo que ni siquiera él fue capaz de ser fiel a determinadas ideas. O al menos, admitiendo que muchas de sus acciones pudieron llevar a engaño a muchos de los votantes socialistas.
Por ejemplo, el clásico e innegable caso de la OTAN. Felipe González accedió al Congreso arrasando. Era 1982 y la promesa de un referéndum revocatorio sobre la OTAN fue una de sus medidas estrella. González era abiertamente contrario a permanecer en la OTAN, pero en cuestión de cuatro años ese rechazo pasó a ser una defensa ferviente. De decir que legitimaba dictaduras a decir que la OTAN reunía países democráticos.
En 1986, aún con ambiente post 23-F, Felipe González decidió realizar el referéndum ambientándolo en un contexto de chantaje bipartidista: ‘Si votáis no a la OTAN, me voy y España volverá a ser un caos’. España votó sí, aunque no mucho más del 50%, a cambio de que se cumplieran estos tres requisitos.
-La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
-Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
-Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
Treinta años después, esas condiciones siguen sin cumplirse. Y el señor González admitió a TVE que “a los ciudadanos no se les debe consultar si quieren o no estar en un pacto militar, eso se debe llevar en los programas y se decide en las elecciones”.
El segundo gran engaño al que Felipe González ha podido contribuir son los GAL y el terrorismo de Estado. El expresidente socialista negó durante años la existencia de terrorismo de Estado, y por lo tanto, cualquier responsabilidad. Sin embargo, la justicia acabó destapando una trama terrorista donde ministros, fuerzas del Estado y políticos socialistas fueron condenados por participación en ella.
Felipe González aseguraba que el Estado no tenía nada que ver con esas actuaciones.
Sin embargo, uno de los detenidos, José Amedo, aseguró hace unos años que “Felipe González estaba detrás de todo”. El mismo González que despidió con un abrazo a las puertas de la cárcel a los dos altos cargos de Interior en su gobierno: los entonces ministro José Barrionuevo y el secretario de Estado Rafael Vera.
Felipe González, que acusa a Sánchez de engañarle, no goza de buena fama en el Sáhara Occidental, donde antes de gobernar realizó un discurso que durante años le ha perseguido. Hasta que las palabras se cansaron de intentarlo. González aseguró que España acompañaría hasta el final a los saharauis en su lucha por la independencia de Marruecos y Mauritania, dos países “con gobiernos reaccionarios”, decía por entonces el socialista.
Hoy, Felipe González tiene una exclusiva finca en Tánger con playa privada contigua a la del rey Mohamed VI, y ahí solo puede tener algo así alguien íntimo a la monarquía. La amistad que forjaron Felipe y Hassan II, padre de Mohamed VI, derivó en el abandono total de su promesa. Lo curioso es que en aquel discurso que González había realizado en el Sáhara lamentó que el pueblo saharaui había recibido muchas promesas que no habían sido cumplidas. Un anticipo de lo que él mismo haría luego.
El historial de las idas y venidas de Felipe González da para más de un tomo. En ellas se podría incluir incluso la parte ética que algunos votantes añaden a su crítica. Existen socialistas que no se encuentran del todo cómodos con las nuevas relaciones particulares que Felipe González, como asesor de empresarios, mantiene con personas acusadas por genocidio, como el presidente de Sudán del Norte, Omar Al-Bashir, a quien escribió con “respeto y afecto” para intermediar en un ‘pelotazo’ de su amigo empresario Farshad Zandi.
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