No sé por qué se escandalizan ante el nombramiento
de Soria: está altamente capacitado para contribuir a los propósitos
del organismo: acabar con la pobreza extrema y promover la prosperidad
entre los pueblos. Él no ha hecho otra cosa sino esa.
El exministro de Industria acaba
de regresar de Boston, donde se refugió tras descubrirse que ha hecho
más negocios fuera que dentro de España y que es un crack manejando
cuentas opacas. No pasa nada.
Tiene razón el periodista de El Mundo
Carlos Segovia cuando dice que “el Gobierno recupera a Soria para el
Banco Mundial”. Una afirmación mucho más sanota que la del resto de la
prensa desafecta: Rajoy nombra a Soria, el de los papeles de Panamá,
para ejecutivo del Banco Mundial. Hasta Bloomberg se ha escandalizado,
qué desafuero, qué sinrazón.
Pues sí. El Banco Mundial se dispone, a propuesta de España, a hacer el fichaje más importante de su historia: José Manuel Soria López.
La intención del ministro de Economía, Luis de Guindos, se conocía
desde hace meses, y así lo divulgó La Sexta el 7 de junio con el
consecuente desmentido porque en aquellos momentos electorales no era
plan que la noticia se oficializara.
Este Gobierno en funciones ha
preferido esperar dos minutos a que se consumara la derrota
parlamentaria definitiva de Mariano Rajoy en su frustrado proceso de
investidura para dar a conocer una propuesta que no podía esconder por
más tiempo: el plazo acababa este mismo viernes. Soria será propuesto
por el Gobierno de España para ocupar una de las 25 plazas de director
ejecutivo del Banco Mundial.
Como es muy posible que ese organismo
internacional no haya recibido aún el el currículo actualizado del
candidato español, nos permitimos acercárselo sin animus mortificandi
de ningún tipo. Muy al contrario, con el muy noble propósito de que
sean aprovechados los amplios conocimientos y las bondades del candidato
español para profundizar en los dos objetivos principales del
organismo: acabar con la pobreza extrema y promover la prosperidad de
los pueblos terráqueos.
A tal fin es bueno que sepan que José
Manuel Soria López siempre ha luchado a favor de los desfavorecidos.
Siendo alcalde de Las Palmas de Gran Canaria (1995-2003), consiguió sacar de las calles a los indigentes y a los inmigrantes que
las ocupaban mediante la utilización sanitaria de las mangueras de agua
del servicio municipal de limpieza y de los vuelos de madrugada con
destino a Madrid organizados por el Ministerio del Interior.
Protegió de
los peligros de un derrumbe a los sintecho que pernoctaban en el
edificio Woermann demoliéndolo con nocturnidad y autorizando en su lugar
una torre de pisos de lujo con una biblioteca pública en sus bajos que
tenía que haber sido el orgullo del barrio pero que se frustró por una
bobería: la alcaldesa que lo sustituyó, también del PP, permutó la
biblioteca por unos chalets a cambio de cederle el espacio a una ONG: la
Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias. Todo muy justo.
Superjusto.
En su afán por promover un reparto
equitativo de la riqueza, ideó junto a su hermano Luis, a la sazón
consejero de Industria (2003), su compadre en las cuentas opacas en el
exterior, una operación consistente en distribuir la riqueza eólica de
Canarias entre el mayor número de personas.
No tuvo tiempo de culminar
su gesta, por lo que solo alcanzó en el reparto el empresario Javier
Esquivel y sus socios, otro gran filántropo que, en compensación por
aquel detallazo de Soria, le prestó un chalet de lujo durante 21 meses
para que no sufriera la injusticia social de tener que pegar un alquiler
mientras profesionales y empresas proveedoras del Cabildo de Gran
Canaria que Soria presidía (2003-2007) le construían una humilde mansión
en el barrio de Tafira Alta. Los expertos en políticas solidarias bautizaron esta operación como caso Chalet.
Para promover la prosperidad entre los
pueblos, Soria se fijó en Noruega. Lo hizo a instancias de un empresario
de aquel país que le mostró con una generosidad inmensa la belleza de
los fiordos, el ceremonial de la pesca del salmón y lo hermoso que se
puede ver todo desde el aire. El exministro estaba maravillado y
promovió para Lyng tras aquel viaje una autorización especial para una
urbanización turística de lujo en el municipio de Mogán, a la sazón
gobernado por el popular Paquirrín González, otro portento de la
cooperación y el desarrollo, facetas por las que resultó injustamente
imputado en el caso Góndola. Los expertos en la materia catalogaron este caso de éxito de José Manuel Soria como caso salmón. Rebuscados como mínimo, oye.
Dónde colocar a Soria
Si no saben dónde colocar a José Manuel
Soria en el Banco Mundial, tenemos un par de ideas que quizás puedan
orientarles. Un buen destino podría ser la Asociación Mundial del Agua,
dedicada a extender la garantía de acceso de este recurso a poblaciones
que o no lo tienen o tienen dificultades para llegar a él.
El historial
de Soria le avala perfectamente para asumir ese reto: en 2003 dejó
encaminado a su modo un concurso en el Ayuntamiento de Las Palmas de
Gran Canaria para que unas membranas de ósmosis inversa que había que
instalar en una potabilizadora le fuera adjudicado a la oferta que quedó
en noveno lugar. Nadie entendió aquel asunto, bautizado como caso Isolux en
honor de esa compañía adjudicataria, pero lo que en realidad pretendía
aquel buen alcalde era que sus conciudadanos comprendieran lo que pasa
cuando manipulas un concurso y se produce un agujero financiero y hasta
una contaminación por boro que arruinó a la ciudad.
En el mismo capítulo de experiencias acuíferas de Soria debemos incluir la adjudicación por 75 millones de euros de una potabilizadora que
producía agua por el método de compresión a vapor que jamás pudo
ponerse en marcha por sus elevadísimos costes, consecuencia adversa
imposible de prever por el señor alcalde pese a la tozudez de sus
técnicos desaconsejándoselo. Acabó siendo vendida a un emirato árabe al
que no importaba gastarse un pastizal en fuel para producir el líquido
elemento. Pero la experiencia fue buena porque permitió que con dinero
público español se trasladara a oriente medio un equipamiento que
debería ser orgullo nacional y no una puñetera vergüenza.
Tampoco le resultará complicado al Banco
Mundial destinar a José Manuel Soria a su departamento de Desarrollo y
Cambio Climático. El exministro de Industria, Energía y Turismo ha
profundizado durante su desempeño en el Gobierno de España en las prospecciones petrolíferas en franjas marítimas protegidas de Canarias y Baleares, en el fraking
en espacios naturales de la Cornisa Cantábrica y en el veto al
autoconsumo energético también conocido como “impuesto al sol”. Esa
experiencia le tiene que haber servido para convertirse en un defensor a
ultranza de las energías renovables como única salida al cambio
climático.
Empapelado por Panamá
Soria sabía desde junio que Luis de
Guindos lo iba a proponer para este puesto tan rumboso, premiado con
226.000 euros al año libres de impuestos. Por eso su opción tras dimitir
por el escándalo de sus cuentas opacas en el exterior fue marcharse en
dirección a Estados Unidos para intentar instruirse mediante cursos de
liderazgo internacional. Lo intentó primero en Stanford, donde no tuvo
éxito su petición, y terminó en Harvard quejándose de la carestía de los
pisos de alquiler.
Durante su estancia en Boston recibió dos visitas,
una de su esposa, María del Carmen Benítez, y la otra de quien fuera su
jefe de protocolo en el Ministerio de Industria, Ángel García, quien lo
acompañó durante una semana en la búsqueda de alojamiento mientras se
hospedaban en el Square Hotel. Ya por esas fechas, junio pasado,
comentaba a sus allegados que optaría al puesto de director ejecutivo en
el Banco Mundial. Se lo tenía prometido su amigo del alma Luis de
Guindos. Pasó las vacaciones de verano en Miami, donde tiene familia
política su hermano Luis, y hace unos pocos días se supo que viajó
también a Noruega. El sospechoso siempre regresa al escenario del
crimen.
Puede que su polémica destitución como
ministro, camuflada de dimisión arguyendo un error de política de
comunicación, lastre su nombramiento. Muchos medios de comunicación,
generalistas y especializados, nacionales y extranjeros, se hacían eco
este viernes de los antecedentes panameños del exministro canario.
Todavía debe pasar la votación de los demás países que forman parte del
organismo: la tradición manda que nadie se oponga, salvo que el
propuesto venga envuelto en el escándalo, como es el caso.
* Carlos Sosa Periodista, director de Canarias Digital.
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