Tras la caída del muro de Berlín y la invasión por parte de la República Federal de la Alemania Democrática, fueron destruidos miles de libros y documentos comunistas, en un acto tan destructivo como simbólico que recordaba las malas costumbres de la Alemania que está en la base de la Alemania unidad actual: la nazi.
No
obstante, en la Alemania Occidental quedaron los millones de nazis que,
por no ser altos cargos del partido, del gobierno o del ejército,
disfrutaron de la impunidad ofrecida por los aparentes enemigos del
nazismo que se hicieron con el control de aquel territorio, pero que en
realidad compartían con el régimen su anticomunismo perturbado y la
defensa del régimen de propiedad capitalista (es decir, norteamericanos,
ingleses y franceses).
Es decir, y como relataba el escritor alemán Heinrich Böll, por ejemplo en su obra, publicada en 1963, “Opiniones de un payaso”, la RFA era una Alemania marcada por las heridas causadas por la guerra, que se mostraba hipócritamente arrepentida del nazismo, pero que en realidad era su heredera.
Es decir, y como relataba el escritor alemán Heinrich Böll, por ejemplo en su obra, publicada en 1963, “Opiniones de un payaso”, la RFA era una Alemania marcada por las heridas causadas por la guerra, que se mostraba hipócritamente arrepentida del nazismo, pero que en realidad era su heredera.
Afortunadamente, tras la orgía fascista de la destrucción de los libros
de la RDA, se consiguieron rescatar muchos documentos y obras de las
organizaciones obreras y políticas del otro lado del Muro Antifascista
(este era su verdadero nombre), que hoy se conservan en su mayor parte
en el archivo estatal. La institución tiene su sede en el barrio de
berlinés de Lichterfelde, en el suroeste de la ciudad. Dentro del
archivo existe un organismo controlado por el Estado que se encarga de
custodiar las obras y documentos legado del pasado comunista, que es la
Fundación-Archivo de los Partidos y Organizaciones de Masas de la RDA
(SAPMO en sus siglas en alemán).
Los ejemplares se encuentran custodiados en un edificio gigantesco de hormigón en el que el Archivo Nacional, el Bundesarchiv, almacena hasta 1,7 millones de libros. No todos son los de la fundación del archivo de la RDA. Además de los archivos en sí del estado, que suman 11,5 kilómetros de actas, en él se recogen los documentos personales de los jefes del partido Partido Socialista Unificado de Alemania, el SED, Walter Ulbricht y Erich Honecker. Solamente la biblioteca del antiguo Instituto para el Marxismo-Leninismo se compone de más de 600.000 obras.
Para consultar los títulos recogidos en el archivo no es necesario más que realizar una petición por escrito, ya que la mayoría se encuentra en el almacén, al que no tiene acceso el público. La consulta, online, se realiza a través de la web del archivo nacional. Por supuesto, para acceder a los documentos de esta joya (no precisamente promocionada por la clase dirigente alemana, por razones obvias), hay que saber alemán.
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