Norelys Morales Aguilera.─ El golpe que se ha consumado en Brasil por la votación definitiva del Senado brasileño contra la presidenta Dilma
Rousseff y la democracia, "es una sofisticada operación
político-financiera-jurídico-mediática"[1] según el analista Pepe Escobar,
Escobar llama Guerra Híbrida a la combinación de las Revoluciones de Colores, bastante conocidas en el espacio post-soviético, con actualizaciones en América Latina, y la Guerra No convencional de Estados Unidos, contenida en la Circular de entrenamiento 18-01 de las Fuerzas de Operaciones Especiales norteamericanas [2] del 2010:
"Los esfuerzos de EEUU con la Guerra no convencional están dirigidos a explotar las vulnerabilidades psicológicas, económicas, militares y políticas de un país adversario, para desarrollar y sostener las fuerzas de la resistencia y cumplir los objetivos estratégicos de EEUU", también señaló Escobar.
A pesar de ocultamientos y manipulaciones la hostilidad hacia Brasil tiene que ver con el rol que ha desempeñado esa nación tanto en la región latinoamericana y caribeña, como en el llamado grupo BRICS, que es sin dudas una alternativa a la hegemonía estadounidense. Nadie dudaría en tales circunstancias que Brasil es un "país adversario" de Estados Unidos.
Un dato conocido es que, de acuerdo con las revelaciones de Edward Snowden, el ex-agente de la NSA que denunció el espionaje global de Estados Unidos, Brasil fue el país más espiado del mundo. En Brasilia funcionó una de las mayores bases de recolección de información de 16, que probablemente aún funcionen, a pesar de las denuncias.
En la corrupción hallaron el camino, que como hilo de Ariadna, los ha conducido por el laberinto de la política de la oligarquía y la derecha brasileña, para desembocar en la sofisticada operación de un golpe con muchos apellidos.
Otro dato conocido es que más de la mitad de los senadores brasileños, 49 tienen implicaciones en la corrupción. Ya se sabe que un corrupto tiene un pagador y es blanco fácil del chantaje. De ahí, que el reconocido teólogo Leonardo Boff, haya sido tan claro en calificar el impeachment como una anti-revolución y alertó oportunamente:
"...es importante asegurar la revolución brasileña, por la que esperamos desde hace siglos. Repito lo que escribí en un twitter: «Si los pobres supiesen lo que se está armando contra ellos, las calles de Brasil serían insuficientes para contener el número de manifestantes que protestarían en contra». [3]
La tarea para Dilma Rousseff y los movimientos sociales brasileños recién empieza. Ella tiene liderazgo, aquellos son los actores protagónicos. América Latina y el Caribe también necesitan al hermano continental. No debe haber espacio para la decepción. Hay muchas lecciones delante y mucho por hacer en el horizonte contra el egoísmo del capital, esencialmente antidemocrático y destructor del planeta.
Lo mediático transparenta la envergadura y la complejidad de la agresión, del atraco, que ha tomado desprevenida a una parte del pueblo brasileño, así como ha convertido a la nación en pleno, en víctima de la guerra mediática diseñada milimétricamente.
En Brasil, el 90% de los medios de comunicación son propiedad de siete familias, algunas de las cuales fueron piezas fundamentales en el golpe de estado militar de 1964, y que hoy están en un maridaje perfecto con la oligarquía local, las empresas transnacionales y los llamados países centrales, Estados Unidos en particular.
El sitio web Manchetometro [4] presenta los gráficos de la cobertura desplegada sobre la presidenta Dilma en tres periódicos impresos (Folha de S. Paulo, O Globo y Estado de S. Paulo) y del Jornal Nacional, que indica la tendencia nacional a lo largo de las últimas doce semanas, que ratifican la participación en el golpe.
Escobar llama Guerra Híbrida a la combinación de las Revoluciones de Colores, bastante conocidas en el espacio post-soviético, con actualizaciones en América Latina, y la Guerra No convencional de Estados Unidos, contenida en la Circular de entrenamiento 18-01 de las Fuerzas de Operaciones Especiales norteamericanas [2] del 2010:
"Los esfuerzos de EEUU con la Guerra no convencional están dirigidos a explotar las vulnerabilidades psicológicas, económicas, militares y políticas de un país adversario, para desarrollar y sostener las fuerzas de la resistencia y cumplir los objetivos estratégicos de EEUU", también señaló Escobar.
A pesar de ocultamientos y manipulaciones la hostilidad hacia Brasil tiene que ver con el rol que ha desempeñado esa nación tanto en la región latinoamericana y caribeña, como en el llamado grupo BRICS, que es sin dudas una alternativa a la hegemonía estadounidense. Nadie dudaría en tales circunstancias que Brasil es un "país adversario" de Estados Unidos.
Un dato conocido es que, de acuerdo con las revelaciones de Edward Snowden, el ex-agente de la NSA que denunció el espionaje global de Estados Unidos, Brasil fue el país más espiado del mundo. En Brasilia funcionó una de las mayores bases de recolección de información de 16, que probablemente aún funcionen, a pesar de las denuncias.
En la corrupción hallaron el camino, que como hilo de Ariadna, los ha conducido por el laberinto de la política de la oligarquía y la derecha brasileña, para desembocar en la sofisticada operación de un golpe con muchos apellidos.
Otro dato conocido es que más de la mitad de los senadores brasileños, 49 tienen implicaciones en la corrupción. Ya se sabe que un corrupto tiene un pagador y es blanco fácil del chantaje. De ahí, que el reconocido teólogo Leonardo Boff, haya sido tan claro en calificar el impeachment como una anti-revolución y alertó oportunamente:
"...es importante asegurar la revolución brasileña, por la que esperamos desde hace siglos. Repito lo que escribí en un twitter: «Si los pobres supiesen lo que se está armando contra ellos, las calles de Brasil serían insuficientes para contener el número de manifestantes que protestarían en contra». [3]
La tarea para Dilma Rousseff y los movimientos sociales brasileños recién empieza. Ella tiene liderazgo, aquellos son los actores protagónicos. América Latina y el Caribe también necesitan al hermano continental. No debe haber espacio para la decepción. Hay muchas lecciones delante y mucho por hacer en el horizonte contra el egoísmo del capital, esencialmente antidemocrático y destructor del planeta.
Lo mediático transparenta la envergadura y la complejidad de la agresión, del atraco, que ha tomado desprevenida a una parte del pueblo brasileño, así como ha convertido a la nación en pleno, en víctima de la guerra mediática diseñada milimétricamente.
En Brasil, el 90% de los medios de comunicación son propiedad de siete familias, algunas de las cuales fueron piezas fundamentales en el golpe de estado militar de 1964, y que hoy están en un maridaje perfecto con la oligarquía local, las empresas transnacionales y los llamados países centrales, Estados Unidos en particular.
El sitio web Manchetometro [4] presenta los gráficos de la cobertura desplegada sobre la presidenta Dilma en tres periódicos impresos (Folha de S. Paulo, O Globo y Estado de S. Paulo) y del Jornal Nacional, que indica la tendencia nacional a lo largo de las últimas doce semanas, que ratifican la participación en el golpe.
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