41 años de impunidad para los verdugos que asesinaron a José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Juan Paredes Manot y Angel Otaegi
A base de voluntarios de la Guardia Civil y la Policía Armada, se formaron varios pelotones de fusilamiento que fueron jaleados por muchos compañeros llegados en autobuses de distintas partes del Estado.
Aunque lo permitía la ley, ningún familiar pudo estar presente en los asesinatos, tan sólo el párroco de Hoyo de Manzanares, quien dejó testimonio de la barbarie: “Además de los policías y guardias civiles que participaron en los piquetes, había otros que llegaron en autobuses para jalear las ejecuciones.
Muchos estaban borrachos. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los fusilados, aún respiraba.
Se acercó el teniente que mandaba el pelotón y le dio el tiro de gracia, sin darme tiempo a separarme del cuerpo caído.
La sangre me salpicó”.
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