martes, 9 de agosto de 2016

Cientos de cadáveres en la cruzada contra las drogas del presidente de Filipinas

Cadáver de un supuesto narcotraficante en las calles de Manila, con un cartel que reza "camello"


Cadáver de un supuesto narcotraficante en las calles de Manila, 

con un cartel que reza “CAMELLO”

Agencias.- La muerte de cientos de hombres a balazos en plena calle y los cadáveres mutilados en descampados siembran el terror en las barriadas filipinas desde que el presidente Rodrigo Duterte ha lanzado una guerra sin cuartel contra el narcotráfico.


Durante la campaña, el ex alcalde de Davao (sur) prometió acabar en seis meses con el tráfico de droga y el crimen que carcome el archipiélago matando, si hiciera falta, a miles de delincuentes.


El pasado día 5 reafirmó su promesa con elocuencia: “Hijos de puta. Los voy a matar a todos de verdad. ¿Vieron lo que hicieron con Filipinas? ¿Cómo esperan que los perdone? Mi orden es disparar a matar contra todos ustedes”, dijo Duterte, de 71 años, quien ganó por amplia mayoría las elecciones presidenciales en mayo. Y agregó: “Sinceramente, me da igual”, cuando se le preguntó sobre los más de 800 muertos que ha dejado su campaña.


“Odio matar a seres humanos(…). Pero tengo que hacer algo con el crimen y las drogas”, señaló. Desde su investidura como presidente hace un mes se ha desatado una espiral de violencia con cientos de personas muertas a manos de la policía o de civiles convertidos en justicieros con la bendición del presidente.


Una imagen resume los abusos. Bajo los focos de las cámaras de televisión y la mirada horrorizada de personas agrupadas detrás de las cintas amarillas de la policía, una mujer de cuclillas en una calle abraza el cadáver de su marido. Lo acababan de matar unos desconocidos. “Mi marido era inocente.


Nunca ha hecho daño a nadie”, declaró una semana más tarde Jennilyn Olayres. Michael Siaron tenía 30 años y era conductor de taxi . Los asesinos lanzaron cerca del cadáver un trozo de cartón en el escribieron con letras grandes: “camello de droga”.


Las cifras comunicadas esta semana por la policía informan de 402 personas sospechosas de narcotráfico muertas desde la investidura de Duterte el 30 de junio. El balance no incluye los asesinatos cometidos por civiles. La principal cadena filipina, ABS-CBN, da cuenta de 603 muertos desde la elección de Duterte en mayo, de los cuales 211 a manos de hombres armados desconocidos. Otras fuentes hablan de más de 800.


Unas cifras que sugieren un incremento de los homicidios cometidos -legalmente o no- por las fuerzas de seguridad desde que Duterte asumió el cargo. Las redadas policiales contra presuntos refugios de traficantes de droga causan muertos cada noche. Las autoridades afirman que todos los sospechosos fallecidos estaban armados y oponían resistencia al arresto.


También se ha disparado el número de asesinatos cometidos por civiles, algunos de ellos en plena calle. Otras veces aparecen cadáveres en terrenos baldíos con la cara envuelta en cinta adhesiva y un cartel a su lado acusándolos de tráfico de estupefacientes.


La campaña de Duterte contra el narco incluye a todos los sectores de la sociedad. Amenazó también a los funcionarios y cargos públicos. “Si ocupan puestos públicos como soldados, policías o alcaldes, ustedes van a ser los primeros”, aseguró.


Sin embargo, organizaciones de derechos humanos han condenado los asesinatos y exigen a Duterte que dé pasos para garantizar el respeto de los derechos de los sospechosos y la aplicación de la ley a la hora de actuar contra los narcotraficantes.


En Davao, donde Duterte ejerció durante décadas el cargo de alcalde, fueron asesinados en plena calle o en sus chozas más de 1.000 pequeños delincuentes. Los responsables siempre lograron huir. Hay muchas familias y testigos que no se atreven a prestar declaraciones.


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