martes, 5 de julio de 2016

LA LISTA MÁS VOTADA

 
Cansados ya de escuchar tantas veces al PP, sobre todo en campaña electoral, la eterna canción de que después de unas elecciones se debería dejar gobernar a la lista más votada, extraña la indecisión con que el partido de Rajoy aborda la que parece definitiva negociación para formar gobierno formando o no esa gran coalición tan deseada por sus amigos del IBEX y por el tercer hombre, Albert Rivera, el que más ha hecho por ella y que, sin embargo, no quiere quedar en la foto como el socio minoritario, la torna, de un gobierno de derechas.
 
 
Rajoy debería reconocer ahora que no es fácil gobernar sólo por el hecho de haber encabezado la lista más votada. Debería reconocer que todos nuestros actos, especialmente los suyos, acaban por tener consecuencias. Debería pedir perdón, ahora que necesita los votos de los nacionalistas vascos, por haber hecho uso partidista del dolor causado por ETA. Debería tener presentes y pedirles perdón por ello a todos esos territorios castigados por no haberles preferido o esquilmados por todo lo contrario. 
 
 
Debería, en fin, sincerarse consigo mismo y con este país que continúa asustado ante su futuro, tanto, que, como he leído recientemente, vota por miedo a quienes deberían tener pánico. Si no lo hace, si sigue vendiéndonos ese futuro de color de rosa, mientras pasa como sobre ascuas por asuntos como el paro, la depreciación de la fuerza de trabajo o las pensiones, el establecimiento de un nuevo marco laboral que, sin facilitar la creación de empleo, a no ser que se "unte" a los empresarios, que, como un campo sobreexplotado, apenas es capaz de dar empleos como escuálidos brotes o las consiguientes malas hierbas.
 
 
Rajoy tiene ahora en sus manos la oportunidad de hacer valer su lista más votada y querría hacerlo gobernando con los apoyos que le garanticen la tranquilidad y la estabilidad, pero querría hacerlo a cambio de nada. Querría también o, mejor dicho, preferiría, gobernar con sus rivales, los socialistas, reproduciendo en La Moncloa los pactos inconfesables que mantienen el poder de la Comisión en Bruselas, un pacto entre populares y socialdemócratas que ha dado como fruto la Europa más injusta e inmoral imaginable y que no auguraría nada bueno para los españoles.
 
 
Rajoy quería la lista más votada y gobernar con ella y yo empiezo a desearlo también. Me muero de ganas de ver cómo va a tener que desmontar, por exigencias de unos o de otros, el entramado legal, empalizada ponzoñosa más bien, tras la que quiso protegerse de la ira ciudadana en la anterior legislatura y que no quedaría nada bien como marco de cualquier acuerdo. Estoy deseando ver cómo Rajoy sale de su madriguera, no le quedará otro remedio, para batirse el cobre en cada una de las decisiones que debiera tomar.
 
 
Estoy deseando, en suma, ver a Rajoy deshacer el camino que hizo Aznar de su primera a su segunda legislatura, de hablar catalán en la intimidad o dar carta de naturaleza al Movimiento de Liberación Nacional Vasco a lo que vino después. Estoy deseando que a estos señores se les caiga la careta y, de paso, la cara de vergüenza. Y todo esto, mientras avanzan los procesos judiciales que, poco a poco, van dejando al descubierto el cómo y el porqué de que el PP lleve años, si no décadas, teniendo la lista más votada.
 
 
 Me diréis que toda esa trama miserable que desvía el dinero destinado a colegios o asilos a mítines y fiestas de partido, nada importa a quienes les votan, Y quizá tengáis razón, pero no me negaréis que ver a quienes un día formaron parte de la lista más votada tiene su morbo.
 
 
 
 

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