Como todo el mundo sabrá ya, estas últimas horas se ha producido un espantoso “atentado terrorista” en Niza, Francia.
Unas imágenes horribles que tardaremos en borrar de nuestra retinas.
Un camión de gran tonelaje se ha precipitado salvajemente sobre una multitud que celebraba el día nacional de Francia y que volvía a sus casas tras ver los fuegos artificiales, causando más de 80 muertos (84 víctimas cuando escribimos estas palabras).
No hace falta que incidamos en unos detalles escabrosos y absolutamente escalofriantes.
Poco podemos añadir a lo que ha sucedido, más allá de lamentar profundamente la muerte de tantas personas inocentes que podríamos ser nosotros mismos, en un ataque que promete tener consecuencias graves, sobretodo por las características impactantes de la masacre a nivel social y psicológico.
POCAS CONTRADICCIONES INICIALES
En anteriores atentados terroristas hemos destacado las profundas contradicciones y circunstancias discutibles en las versiones oficiales sobre los hechos; pero en este caso concreto, las contradicciones parecen ser mínimas.
Podríamos destacar, en todo caso, las contradicciones en las versiones iniciales ofrecidas por los medios, cuando por ejemplo las televisiones hablaron de “intercambios de disparos” entre varios ocupantes del vehículo asaltante y la policia.
Quizás esas contradicciones, (que rápidamente fueron denegadas por los propios testigos presenciales de los hechos que eran entrevistados por los medios), se deban a la confusión inicial propia de una masacre de estas características.
Y quizás se deban también, a la mala praxis periodística habitual de aquellos grandes medios que se autocalifican como “serios”.
Sí podríamos destacar, como más sospechoso, el baile de datos acerca de las presuntas armas que el asaltante llevaba con él en el vehículo.
Hemos pasado de escuchar versiones que hablaban de varios fusiles Kalashnikov, granadas y explosivos, a versiones más recientes que hablan de una pistola y de varias armas falsas, como fusiles impedidos que no podían ser disparados, que el asaltante habría llevado en el vehículo.
¿A raíz de qué, alguien “acudiría” a un atentado tiroteo con “armas de juguete”?
Éste es, al menos en las horas iniciales, el punto más extraño y con menos sentido de la narración que nos ofrecen los medios.
También podríamos añadir a ello algún testimonio que afirmó haber escuchado un tiroteo minutos después de que el asaltante fuera reducido. ¿De quién y contra quién? De momento, no parece haber una versión que sustente estas afirmaciones.
Pero como decimos, estamos ante contradicciones menores, muy diferentes a las graves contradicciones y sospechas que han rodeado los últimos atentados, tanto en Francia, como en Bélgica, o en los recientes tiroteos de EEUU, acaecidos en Orlando o Dallas.
PATRÓN REPETIDO
En todo caso, sí podríamos incidir en un patrón que se viene repitiendo desde hace un tiempo en los últimos atentados (Orlando, Dallas y ahora este en Niza): la figura del terrorista solitario (o “lobo solitario”, como les gusta decir a los mass media).
Sistemáticamente nos encontramos con individuos que aparentemente llevados por sus obsesiones personales, realizan espantosas masacres en solitario y que sistemáticamente, son abatidos por la policia sin que exista opción de que ofrezcan su testimonio o sus razones en una declaración posterior, lo que deja la puerta abierta a que se manipule toda la narrativa alrededor de sus intenciones.
No obstante, y especialmente en el caso del ataque de Niza, es totalmente justificable que el atacante fuera abatido por la policia, porque era necesario detener el camión e impedir que siguiera aplastando a la gente.
Sin embargo, queda pendiente un estudio más profundo sobre la proliferación de esta narrativa relativa a la figura de los “individuos enajenados que se convierten en terroristas ocasionales”.
Es la clave de todo y es fácil intuir que esta nueva narrativa centrada en individuos-terroristas, tiene profundas repercusiones para la sociedad del futuro, puesto que cambiará la configuración del modelo de control sobre la población.
Nos aproximamos a un mundo en el que la represión y el control policial no se aplicará a colectivos, sino que se centrará en todos y cada uno de los individuos.
La clave para justificar un gran hermano de características invasivas ahora inimaginables.
CONSECUENCIAS DE AMPLIA REPERCUSIÓN
Pero si hay un aspecto que realmente debemos discutir sobre este atentado, son las previsibles consecuencias a nivel social, político y represivo que tendrá esta masacre.
Hace tan solo dos días, subíamos un video-artículo en el que destacábamos que Patrick Calvar, jefe de la Dirección General de Seguridad Interior de Francia, declaró a miembros de la comisión parlamentaria francesa, que su país “Está al borde de la guerra civil”.
JEFE DE INTELIGENCIA FRANCÉS ADVIERTE DE RIESGO DE "GUERRA CIVIL" EN FRANCIA...
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Parece ser que lo que contenía esta información, era una oscura premonición sobre lo que se aproxima a nivel social en Francia y quizás en el resto de Europa.
En este aspecto, nuestros amigos latinoamericanos son unos afortunados respecto a los europeos, pues permanecerán bien alejados del terrible conflicto interno que pronto sufriremos en Europa (y que quizás nos merezcamos por nuestras tropelías históricas).
ELEMENTOS PSICOLÓGICOS
Si Patrick Calvar advertía de que un nuevo atentado islamista en Francia podía desembocar en un conflicto civil, difícilmente controlable, lo cierto es que las características del atentado de Niza lo convierten en el detonador idóneo para que se produzca este estallido.
Para empezar, las características del ataque son especialmente crueles y salvajes. Hay algo visceral y personal en aplastar y atropellar con un camión a personas indefensas que están viviendo una fiesta, que lo diferencia de cualquier atentado terrorista anterior de carácter militarizado, con bombas o fusiles de asalto.
A nivel inconsciente, no es lo mismo ver a un atacante armado (que se identifica inconscientemente con un soldado en una acción bélica), que a un hombre que utiliza métodos “domésticos” para realizar una masacre.
En el primer caso, el agresor es un “combatiente yihadista”; sin embargo, en el segundo es un “musulmán rabioso y criminal”, un tipo que conduce un camión y que puede ser tu vecino o el tendero de la esquina.
Esto lleva a concluir que el efecto demoledor de división social que puede acabar teniendo este atentado, es incluso superior al de las masacres anteriores. Puede ser un punto de inflexión que divida definitivamente a la sociedad francesa y provoque una oleada imparable de resquemor y sospecha hacia todos los musulmanes.
Añadámosle a ello que el atentado se ha producido en Niza, considerado uno de los feudos principales del Frente Nacional, la ultraderecha francesa liderada por Marine Le Pen.
Y por útlimo, añadamos que el atentado se produce durante la celebración del Día Nacional de Francia y que por lo tanto, es un ataque contra la identidad nacional francesa en su conjunto, lo que aún contribuye más a separar la sociedad entre los que se consideran franceses “puros” y los que serán considerados por la ultraderecha como “invasores musulmanes”.
LA RESPUESTA DE LA EXTREMA DERECHA FORMA PARTE DEL PLAN
Podríamos pasarnos horas discutiendo sobre las causas profundas de este tipo de terrorismo, sobre la actitud criminal y genocida de occidente hacia los países musulmanes y sobre si ello podría justificar su respuesta violenta.
Podríamos pasar horas discutiendo sobre la sospechosa política migratoria en Europa desde hace años, que ha permitido la entrada de miles de musulmanes radicales que no tienen la más mínima intención de adaptarse a las costumbres occidentales y que tienen una conducta claramente propia de un invasor.
Podríamos discutir sobre una sospechosa crisis migratoria que parece haber sido orquestada en estos últimos meses para justificar una presunta entrada “incontrolada” de elementos terroristas en Europa.
Podríamos hablar horas y horas sobre los extraños vínculos entre muchos de estos terroristas y los servicios secretos occidentales en diversos países (no parece ser el caso del atacante de Niza).
Y podríamos pasar mucho tiempo hablando sobre quién financia el salafismo internacional y la proliferación de estos yihadistas. Podríamos hablar del oscuro papel de Arabia Saudita, Catar o otras monarquías del Golfo Pérsico en la promoción incesante del terrorismo islamista; podríamos hablar de la vergonzosa permisividad de los mandatarios occidentales con estos regímenes criminales y de la amistad a veces personal (como en el caso de la familia real española), con estos auténticos terroristas internacionales.
Podríamos hablar de la CIA y del papel de Israel en la promoción y creación de Estado Islámico y Al-Qaeda y de todo este terrorismo yihadista que parece obedecer a una agenda oculta.
Pero tras lo acaecido en Niza y tras las advertencias previas realizadas por el jefe de la Inteligencia Francesa, creemos que el punto focal debe centrarse en el papel que a partir de ahora tendrá la extrema derecha francesa (y la del resto de países europeos).
Y es que todo parece indicar que la respuesta radical que dará esta ultraderecha forma parte del plan desde sus inicios.
Tenemos todos los ingredientes necesarios para fabricar una bomba social en Francia, que explote de un momento a otro.
Previsiblemente, no tardaremos demasiado en ver un contraataque contra la población musulmana por parte de elementos organizados de extrema derecha.
Posiblemente veamos ataques a mezquitas, algún que otro tiroteo o ataque contra centros o locales musulmanes, ataques contra centros de refugiados, incendios premeditados, etc…
Lo peor es que, llevados por la indignación que han provocado todas estas matanzas, mucha gente aplaudirá en silencio y aprobará estos actos de venganza indiscriminados, que a su vez, contribuirán a que cada vez más musulmanes, que inicialmente no estaban a favor de los yihadistas, se incorporen a sus filas.
Así pues, veremos una maquinaria de violencia entre dos bandos enfrentados, que se irá retroalimentando entre sí.
Estamos hablando de un gran potencial de caos social.
Y para controlar ese caos creciente, hará falta implantar un control policial exhaustivo, un recorte radical de las libertades civiles y prácticamente la instauración de un estado policial con una policia con amplios poderes, sin restricciones y altamente militarizada.
Hará falta vigilar no solo las calles y los lugares públicos, sino el interior de los hogares y las comunicaciones entre todos los ciudadanos. Se mezclará la necesidad de controlar a grupos radicalizados de extrema derecha, a grupos terroristas yihadistas y a individuos concretos que actúan en solitario de forma imprevista.
Todo a la vez.
En definitiva: el sueño de todo aquel que quisiera implantar un Gran Hermano y un Estado Policial de facto.
Y como decíamos, para alcanzar este objetivo, la respuesta de grupos de extrema derecha resulta clave.
Cuando estos radicales ultraderechistas ataquen a los musulmanes, la narrativa oficial nos dirá que “estos actos solo sirven para contribuir aún más al crecimiento del yihadismo” y que “con cada ataque contra los musulmanes, nacen 1000 nuevos terroristas yihadistas que nos atacarán”.
Tendrán la excusa perfecta para aplicar el control exhaustivo sobre TODA LA POBLACIÓN.
Y es que hasta ahora, el control solo estaba justificado sobre parte de la población: la fracción conformada por los musulmanes y los árabes, fácilmente diferenciables a nivel cultural, étnico y racial.
Sin embargo, con la incorporación a la ecuación de los grupos de extrema derecha, esa fracción occidental de la población que podríamos calificar como “blanca”, pasará a formar parte de los “sospechosos que tienen que ser controlados”.
Así pues, quedará justificado plenamente el control sobre toda la población en su conjunto, que era el objetivo inicial de todo el plan para implantar este Nuevo Orden Mundial.
Por esa razón es tan necesaria la extrema derecha para alcanzar sus planes. El suyo es un papel clave en la agenda globalista.
Añadamos a ello la posible respuesta de grupos de extrema izquierda contra esa extrema derecha y tendremos un cóctel perfecto para justificar un estado policial indefinido.
Estamos a punto de vivir “todas las explosiones de la disgregación”.
Estamos al borde de un Jaque Mate.
Lo que pronto presenciaremos si nadie puede impedirlo, es lo más parecido a una de esas películas japonesas “frikis”, en las que dos monstruos enormes (Godzilla contra King Kong, por ejemplo), se pelean en pleno centro de Tokio destrozándolo todo a su paso.
Parece como si los globalistas hubieran alimentado en silencio durante años a ambos monstruos, encerrados en sus jaulas. Un buen día decidieron liberar a Godzilla de su jaula y siguieron dándole alimento para que se hiciera cada vez más fuerte, arrasando la ciudad a su paso, mientras King Kong, espuma en boca, intentaba doblegar los barrotes de su jaula para salir a su paso y atacarle.
Ahora van a liberar a ese King Kong ultraderechista y ambos monstruos se pelearán a muerte en las calles de Tokio, derribando el viejo orden a su paso y dando pie a que los adalides del Nuevo Orden arrojen sus bombas sobre ellos para garantizar que se acaba con el caos de una vez por todas.
Mientrastanto, nosotros, las personas de la calle que nada tenemos que ver ni con unos ni con otros, seremos los que sufriremos las consecuencias, aplastados por los cascotes del viejo mundo que caerán a nuestro alrededor.
Habrá quien nos diga que debemos tomar partido por King Kong, que él es el salvador que nos liberará de ese maldito lagarto gigante musulmán; y habrá quien se siga sumando a las filas del lagarto para luchar contra el viejo mono occidental.
Pero la mayoría de gente, lo que hará será pedir ayuda a las autoridades globalistas; pedirán ayuda a los que en las películas se presentaban como los expertos científicos, (encarnación viva de la tecnocracia), que buscarán la manera de acabar con los malditos monstruos; y sobretodo se encomendarán a los uniformados y militares, con sus tanques y aviones, a los que la población implorará protección armada a cambio de renunciar incluso hasta al más mínimo atisbo de libertad.
“¡Protéjannos de los monstruos, haremos lo que ustedes nos digan!”
Y nadie se preguntará de dónde han salido esos monstruos, quién los ha alimentado y porqué los han dejado acceder al centro de la ciudad, a pesar de que se les venía venir desde kilómetros a lo lejos.
Lo único que pedirá la población, es seguridad…aunque ello implique vivir en la jaula donde estaban encerrados los monstruos.
Pero sobretodo, por encima de todas las cosas, lo que exigirá la población es que no se caigan las redes, porque por lo visto, lo que realmente le importa a la gente en estos momentos, es poder seguir cazando pokémons con su smartphone, aunque el mundo se derrumbe a su alrededor o esté enmedio de un bombardeo…
EL ROBOT PESCADOR
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