A punto de celebrar su 98 cumpleaños merece toda nuestra
admiración y respeto quien arriesgó su vida por combatir el monstruo del
fascismo
Este veterano miliciano de la guerra
civil española reside junto a su mujer en el pueblecito mártir de Rimont
(Ariege-Francia) – incendiado por los nazis al final de la II Guerra
Mundial- A sus 97 años goza de una salud de hierro que le permite llevar
una vida relativamente normal y sin dependencias. Esto es algo
asombroso porque no estamos ante el clásico caso de un viejo decrépito
al que le pesan los años y apenas se sostiene en pie. Es todo lo
contrario. Se mantiene firme y con los cinco sentidos alerta.
Dotado de una memoria portentosa que no deja escapar hasta el más mínimo detalle. El vigor y la energía de la que hace gala nos dejan estupefactos.
Dotado de una memoria portentosa que no deja escapar hasta el más mínimo detalle. El vigor y la energía de la que hace gala nos dejan estupefactos.
Junto a su hermano el brigadista Josep
Almudéver forman una dupla excepcional que perdurará para siempre en
nuestros corazones. Este miliciano de ideología comunista es un defensor
a muerte de los principios republicanos por la que luchó y juró
fidelidad eterna. Antimonárquico confeso no da su brazo a torcer y sigue
apostando por la pronta instauración de la III república. Militante
revolucionario desde que tiene uso de razón deja bien claro que la
guerra civil aún no ha terminado porque en España gobiernan los
herederos del nazi-fascismo bajo una oprobiosa tutela monárquica
impuesta por el dictador Franco. El pertenece a esa raza ya casi extinta
de españoles libertarios que se niegan a claudicar.
Vicent nació por casualidad en Narbona,
Francia, en 1917 donde residían temporalmente sus padres originarios de
Alcàsser, Valencia. (su padre trabajaba de albañil y su madre de
trapecista en un circo) Desde muy niño asistió junto a sus hermanos a la
escuela pública francesa en la que recibió la educación laica basada en
los principios de la libertad, igualdad y fraternidad. Pero no sólo fue
en la escuela donde forjó su carácter contestatario sino también en el
hogar pues sus padres -ambos socialistas- eran unos admiradores de la
revolución rusa y la lucha de clases marxista-leninista.
Cuando en 1929 al enfermar su madre
tuvieron que regresar a España procedentes de Casablanca, en el
protectorado francés de Marruecos, el mundo se les vino encima. Vicent
sufrió un gran shock al contemplar la penosa situación social del pueblo
de Alcàsser.- Y es que estamos hablando de una España rural, arcaica y
primitiva donde reinaba por doquier el analfabetismo y la pobreza
endémica.
En Alcàsser, además, imperaba el régimen feudal dominado por
completo por la oligarquía, los terratenientes, la iglesia católica y la
Guardia Civil
Los hermanos Almudéver no tuvieron más
remedio que ponerse a trabajar recogiendo naranjas, ajos, papas o
cebollas en la huerta pues con lo que ganaba su padre de albañil apenas
si podían sobrevivir.
Desde la más tierna infancia debieron asumir la
condición de trabajadores explotados. Aparte de la humillación que
suponía el presentarse en la plaza del pueblo a esperar que los patrones
se dignaran escogerlos para ir a faenar en sus parcelas. Si eran
rechazados eso significaba más hambre y penurias.
En esa época se vivían
los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera, el dictador de
casco prusiano que a la cabeza del directorio militar – con el
beneplácito del rey Alfonso XIII- gobernó despóticamente España hasta el
año 1930.
En Alcàsser no había luz eléctrica, ni
acueducto ni alcantarillado. Por obligación tenían que ir todos los días
a recoger el agua de la fuente y de noche se alumbraban con candiles.
Las calles del pueblo estaban destapadas y por ellas transitaban más
burros, mulas y caballos que vehículos de tracción mecánica. Que
contraste tan exagerado con esa Francia próspera y civilizada. Por ese
entonces en España corrían tiempos de grandes conflictos sociales
causados por la depresión financiera mundial de 1929. Aparte de que
todavía estaban muy frescos los ecos del desastre de Annual y la guerra
de Marruecos.
Una guerra que había dejado grandes cicatrices pues los
principales sacrificados fueron los hijos de las clases más
desfavorecidas que cayeron a millares cumpliendo con el juramento de
entregar sus vidas por Dios y por España. Por el contrario los hijos de
la burguesía se libraban de ir a Marruecos comprando la libreta militar
en la que se les calificaba de no aptos. Todas estas infames injusticias
multiplicaban aún más el descontento y fueron las directas causantes de
la caída del dictador Primo de Rivera.
El rey Alfonso XIII en un intento por
desmovilizar las protestas ordenó a su jefe de gobierno el almirante
Juan Bautista Aznar restaurar el orden constitucional y convocar
elecciones. El día 12 de abril de 1931 las fuerzas de la izquierda
republicana obtienen un arrollador triunfo en las elecciones
municipales. Un hecho histórico que provoca la abdicación de El rey
Alfonso XIII quien huye presuroso junto a la familia real rumbo a
Francia. Las Cortes Constituyentes lo encuentran culpable de alta
traición a la patria y es degradado de todas sus dignidades, derechos y
títulos.
El 14 de abril de 1931 se proclama
solemnemente la II república. En el cargo de presidente es nombrado el
jurista Niceto Alcalá Zamora. El gobierno con el respaldo mayoritario
recibido en las urnas se compromete a asumir la titánica tarea de
modernizar el país y democratizar las instituciones. Para ello se
redacta una nueva constitución y se promulgan nuevas leyes que
restituyan a la clase trabajadora, los campesinos, los jornaleros, los
obreros y los proletarios sus derechos por siglos pisoteados.
¡Justicia social! ¡Tierra y libertad!
¡Justicia social! ¡Tierra y libertad!
En Alcàsser la noticia de la
proclamación de la II república fue recibida con desbordantes muestras
de júbilo y alegría. Vicent Almudéver recuerda con satisfacción ese
período de grandes cambios que se reflejaron con la aprobación de
decretos tan trascendentales como: el voto femenino, el divorcio, la
creación de los juzgados mixtos, educación universal, los derechos
sindicales, la ley de desahucio, la amnistía para los presos, la reforma
agraria, la bolsa de trabajo para los desempleados y garantías para los
campesinos y obreros de cobrar salarios más justos, la prohibición de
sobrepasar las 8 horas de trabajo diarias. No era solamente un cambio de
símbolos sino que se atacaba de raíz las estructuras de un sistema que
sólo beneficiaba a la nobleza y la oligarquía.
Por ese entonces el medio de
comunicación de masas por excelencia era la prensa. Sólo aquellos que
sabían leer y escribir podían enterarse de los acontecimientos que se
desarrollaban en el país y el resto del mundo. Lo lamentable es que en
esa España de principios de los años treinta la tasa de analfabetismo se
elevaba a cerca del 70% de la población (el 50% de la población activa
en España trabajaba en el sector agrario) Así que la mayor parte de las
noticias se transmitían por el boca a boca.
A causa de esto los jóvenes
Josep y Vicent Almudéver fueron obligados por su padre a leerles en voz
alta a los obreros y campesinos en los cafés y en las tabernas las
noticias que se publicaban en los diarios para que fueran tomando
conciencia.
En 1934 bullía la agitación social en
buena parte del territorio español – con una mayor incidencia en
Asturias (comuna obrera asturiana) y en Barcelona (a raíz de la
proclamación del estado catalán por parte de la Generalitat) donde
estallaron gran cantidad de huelgas y motines instigados por los
socialistas, anarquistas y comunistas.
Este período se conocería más adelante
con el nombre de la “revolución de octubre” – El gobierno central se vio
obligado a tomar drásticas medidas con el fin de sofocar las revueltas.
Las fuerzas del orden desataron una brutal represión que dejo miles de
muertos, heridos y detenidos.
Entre tanto los partidarios de la
derecha se dedicaban a conspirar exigiendo a los militares intervenir
para neutralizar a los “bastardos traidores de la anti España, de la
anti patria”.
En las elecciones del 16 y 23 de febrero
de 1936 las candidaturas republicanas y de izquierda que se presentaron
unidas en el Frente Popular, se impusieron a las fuerzas de la derecha
contrarrevolucionaria (CEDA). En consecuencia asume el cargo de
presidente el socialista don Manuel Azaña quien promete continuar con
las reformas; aprobar la nueva constitución, culminar la reforma agraria
y la reforma educativa. (la ignorancia más que una tara era una virtud
para la derecha y la iglesia) Entre tanto la derecha se mantenía al
margen intentando boicotear las instituciones y creando un clima de
desconfianza favorable a sus intereses.
A partir del triunfo del Frente Popular
la polarización de la vida política se fue incrementando dramáticamente.
Los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos reclamaban del poder
central un mayor autogobierno. Los violentos choques entre las fuerzas
paramilitares de la izquierda y la derecha eran constantes y los
asesinatos políticos vinieron a caldear aún más el ambiente. Todos estos
acontecimientos hacían presagiar el peor de los escenarios.
Ante tal estado de rebelión social los
líderes de la derecha acusaron al gobierno de promover la revolución
bolchevique. Esa fue la excusa que esgrimieron los mandos más
reaccionarios y monárquicos de las fuerzas armadas para perpetrar el
golpe de estado del 18 de julio de 1936.
Los militares sediciosos
encabezados por Mola (el director) Sanjurjo, Franco, Fanjul, Goded y
Queipo del Llano se levantaron en armas contra el legítimo gobierno de
la república para -según ellos- “salvar España del caos, el anarquismo y
la desintegración”. En el protectorado español de Marruecos el general
Franco y el teniente coronel Yagüe movilizan las tropas regulares
(Tabor), la legión, los tiradores de Sidi Ifni-Sahara.
Se inicia entonces la “gloriosa Cruzada
Nacional” (una especie de reconquista de España -igual a la que hiciera
don Pelayo en su lucha contra los árabes en el siglo VIII) con el fin de
“liberar a la patria del demonio bolchevique”. Desde un principio
Hitler y Mussolini apoyaron incondicionalmente el levantamiento enviando
unidades aéreas, navíos, armamento, asesores y pertrechos confiados en
que los golpistas se unieran a las potencias del eje.
La reforma agraria está en el origen de
la guerra y la saña con que los sediciosos actuaron en las zonas
agrícolas es la prueba de ello. La cantidad de muertos en Badajoz,
Sevilla, Córdoba o Málaga es muy superior al resto de territorios y
desproporcionada en relación a su población.
Mientras tanto en Alcàsser ya desde los
días 15 y 16 de julio los vecinos se organizan en comités cívicos
levantando barricadas en la entrada de los pueblos pues presentían que
se preparaba la asonada fascista. Estaban en juego los derechos
adquiridos por la clase obrera y trabajadora que tanto sufrimiento había
costado y que no estaban dispuestos a renunciar. Vicent Almudéver y su
hermano Josep no podían permanecer pasivos (sus otros dos hermanos eran
menores de edad) y de inmediato se presentaron en la sede del Partido
Comunista para apuntarse como voluntarios en los batallones de
resistencia.
Desafortunadamente se encontraban desbordados así que los
transfirieron a las Juventudes Socialistas Unificadas de Valencia -que
junto a los anarquistas también reclutaban voluntarios- . En ese momento
tan crítico no les quedaba otra alternativa que empuñar las armas y
jugarse la vida en favor de la causa republicana.
Vicent Almudéver y sus compañeros del
batallón de la JSUV fueron embarcados en tren rumbo a Aranjuez donde se
concentraron junto a infinidad de voluntarios de otras partes de España.
Allí reciben la instrucción básica y les entregan algunas armas
oxidadas de la primera guerra mundial y Mauser viejos del año 1896 que
no alcanzaban para surtir más que a la mitad de los milicianos.
De Aranjuez son enviados al frente de
Guadalajara (Sigüenza) donde tiene lugar su bautizo de fuego. Los mandos
les advierten que deben afinar la puntería y no desperdiciar los peines
de cinco balas que les han facilitado (muchos de ellos inservibles)
Además a la mayoría de los reclutas les falta entrenamiento y no saben
disparar con eficacia.
Los que van desarmados esperan ansiosos que alguno de sus compañeros caiga herido o muerto en combate para empuñar su fusil. Era un suicidio salir en esas condiciones al frente pero nadie protesta pues todos son conscientes de la precaria situación en que se encontraba el gobierno de la república. En el principio de la guerra aun no existía una estructura militar consolidada así que primaba más el corazón que la cabeza.
Los que van desarmados esperan ansiosos que alguno de sus compañeros caiga herido o muerto en combate para empuñar su fusil. Era un suicidio salir en esas condiciones al frente pero nadie protesta pues todos son conscientes de la precaria situación en que se encontraba el gobierno de la república. En el principio de la guerra aun no existía una estructura militar consolidada así que primaba más el corazón que la cabeza.
Al terminar la batalla de Guadalajara,
donde apenas intervienen, los mandan a la Marañosa en el Jarama. El
mismo día que llegan un enlace le comunica al comandante que deben
retirarse lo más pronto posible pues el enemigo prepara una gran
ofensiva en Arganda que pretende destruir el puente sobre el río Jarama.
El Alto Estado Mayor resuelve que no va a
sacrificar a unos reclutas carentes de experiencia y los envían a la
retaguardia en Madrid. De la capital son transferidos a un cuartel en el
Escorial a la espera de que lleguen las armas y pertrechos procedentes
de la Unión Soviética y México. No tenían otra fuente de suministros
pues los franceses habían cerrado la frontera impidiendo el
aprovisionamiento.
En el Escorial los integraron a la 31
brigada del comandante Dositeo y por fin les entregan las armas y
equipos en condiciones. A continuación son remitidos al frente de las
Rosas donde a las pocas semanas se suman a la 3 división del coronel
Tagüeña. Vicent participa en la batalla de Majadahonda -en la carretera
general Madrid-Coruña- donde se baten a duelo con el sanguinario cuerpo
del ejército marroquí al mando del coronel Yagüe.
Corre el año 1937 y Madrid se halla
sitiada. Las cuatro columnas bajo el liderazgo del general Mola,
aprovechando su superioridad armamentística proporcionada por Hitler y
Mussolini, avanzan imparables. La estrategia de los sublevados consistía
en cortar la carretera Madrid-Valencia a la altura de Arganda que era
la única ruta de entrada y salida a la capital puesto que el resto del
territorio lo dominaba por completo el ejército franquista.
Vicent narra con gran emoción el momento
en que vio desfilar por las calles de Madrid a las Brigadistas
Internacionales exhibiendo armamento moderno (tanques, ametralladoras y
artillería) mientras en el cielo sobrevolaba una escuadrilla de “chatos”
soviéticos (aviones Polikarpov I-15) El pueblo madrileño eufórico
aplaudía emocionado al comprobar que no estaban solos en ese angustioso
trance. Esta fue una inyección de moral que les elevó el ánimo cuando
cundía por completo el pesimismo.
Es entonces cuando en Arganda interviene el batallón Garibaldi de las Brigadas Internacionales y corta el avance del ejército nacional. Su presencia fue definitiva para mantener a raya a las tropas franquistas que sufre un severo desgaste. De esta manera se salvó providencialmente la república.
Vicent también fue testigo del intento
de golpe de estado cometido por la quinta columna fascista. En Madrid
existían miles de simpatizantes del “movimiento nacional” que se
mantenían ocultos a la espera de una señal para atacar.
El enemigo
interno era una temible amenaza y por ello se tomaron duras medidas para
neutralizarlos.
Una de estas acciones fue el traslado al extrarradio de
Madrid de cientos de presos fascistas que, según los comisarios
políticos, podrían convertirse en sus propios verdugos si llegaban a
escapar o ser liberados. La rápida reacción del frente populista hace
fracasar la tentativa contrarrevolucionaria.
Los sospechosos son hechos
prisioneros y tras un juicio sumarísimo son conducidos al paredón de
fusilamiento.
La guerra entra en una fase de afianzar
posiciones y la 3 División a la que pertenece Vicent son trasladados a
la sierra de Guadarrama. En esa difícil orografía permanecen
atrincherados por espacio de dos años en lo que se denominó el “frente
dormido” (en la línea que divide Segovia con Madrid).
El ejército
republicano incapaz de pasar a la ofensiva debía contener las
arremetidas del ejército franquista que no cejaba en el empeño de romper
las líneas defensivas. Para tal fin se construyeron bunkers y
fortificaciones para proteger las reservas de agua del pantano de
Puentes Viejas que abastecían Madrid. La Pasionaria en un enardecido
discurso lanzó famosa consigna del “No Pasarán. Madrid será la tumba del
fascismo” que se convertiría en el símbolo de la resistencia.
El Ejército Popular de la Republica
requería traductores y Vicent al ser bilingüe tuvo que presentarse por
orden de sus superiores al examen de francés. Junto a otros candidatos
pasa una prueba en la que obtiene las mejores calificaciones. Por lo
tanto debe incorporarse a las oficinas del Estado Mayor Central en
Madrid dirigidas por el coronel Vicente Rojo. Pero Vicent no estaba de
acuerdo con su nuevo destino pues él no se había alistado voluntario
para sentarse en un escritorio, sino para combatir en primera línea de
fuego.
De ahí que le rogara encarecidamente al coronel Tagüeña que
nombrara al siguiente en la lista en su reemplazo. Más adelante cuando
se produjo el golpe del Coronel Casado él se entera que quien ocupó su
puesto de traductor había sido fusilado. Desde luego que se sentía
protegido por una buena estrella que le acompañó hasta el final de la
contienda.
En junio de 1937 tras el fracaso de la
batalla de la Granja la tercera división del coronel Tagüeña recibe la
orden de reforzar a las unidades del frente de Aragón que están muy
debilitadas. Más concretamente se posicionan en la carretera de
Alcañíz-Castellón de la Plana donde la situación se presenta demasiado
comprometida. Es necesario detener el avance fascista que pretende
llegar a Vinaroz y cortar la España republicana en dos. La presión del
CTV italiano, los regulares marroquíes del recién ascendido coronel
Yagüe, la legión Cóndor y la Aviazione Legionaria Italiana es tan brutal
que no aguantan la acometida y deben retroceder hasta Tortosa.
Se
hallan en un callejón sin salida y el 12 de abril de 1938 se ven
obligados a pasar al otro lado del Ebro. Este fue un episodio dramático y
espantoso que ha dejado un profundo trauma en Vicent. 3.000 soldados
del XV cuerpo del ejército tenían que cruzar uno por uno la estrecha
pasarela de madera del puente ferroviario mientras los fascistas les
disparaban con sus ametralladoras y morteros. Cunde el pánico entre la
tropa republicana y decenas de soldados se tiran al río ansiosos por
alcanzar la otra orilla. Pero los remolinos de las turbulentas aguas del
Ebro los devoran y la mayoría perecen ahogados.
No había otra opción
que pasar a rastras la pasarela arriesgándose a ser fusilados por el
enemigo. Sus compañeros caían sin contemplaciones entre gritos de
angustia e impotencia. Vicent tuvo la sangre fría de aguantar la macabra
prueba y salir vivo de milagro. Al otro lado los supervivientes fueron
recibidos con cánticos revolucionarios por parte de las unidades del V
cuerpo del ejército al mando de Enrique Líster.
A esas alturas de la guerra el ejército
de la república se encuentra en una posición desventajosa. Podríamos
afirmar que prácticamente derrotado. Pero el alto estado mayor de la
recién creada Agrupación Autónoma del Ebro al mando del teniente coronel
“Modesto” junto con Vicente Rojo y Líster y la asesoría de los
comisarios soviéticos deciden que hay que jugársela al todo o nada. Su
estrategia era la de lanzar un contragolpe para recuperar las posiciones
perdidas. Vicent participó como delegado de las JSUV en dichas
deliberaciones.
El 24 de julio a las cuatro de la mañana
se inicia la batalla del Ebro con una ofensiva en un frente de 50
kilómetros que va desde Mequinenza hasta Amposta. En ella intervienen
100.000 hombres del ejército republicano con el propósito de aliviar la
presión que ejercía los nacionales sobre Valencia y volver a unificar
las dos zonas republicanas. Con el apoyo de la aviación y la artillería
cruzaron el Ebro en barcazas y en tiempo record tendieron puentes de
campaña para facilitar el paso de los carros de combate. Una operación
concienzudamente planificada que tomó por sorpresa a las huestes
fascistas. Vicent Almudéver atraviesa el Ebro con el XV cuerpo del
ejército por el sector de Flix y se posicionan en la zona de Fatarella.
Almudéver avanza en la vanguardia hasta
que los nacionales reaccionan y los detienen en las colinas de Gandesa.
En esa zona van a permanecer varios meses inmersos en una guerra de
trincheras donde se suceden encarnizados combates cuerpo a cuerpo con
bayoneta calada y granadas de mano. Nos referimos al marco geográfico
circunscrito a la sierra de Cavalls y Pándols donde continuamente el
dominio de las cotas iba cambiando de bando. Torturados además por el
hambre y la sed y bajo los continuos bombardeos del Ejército Nacional
que utilizaba la Legión Cóndor y la Aviazione Legionaria Italiana para
abrirle el paso a la infantería.
En este incomparable escenario se iba a
definir el destino de la guerra civil. Tras unos primeros meses de
exitosa ofensiva el contrataque fascista para recuperar el terreno
perdido no se hizo esperar. El ejército republicano tuvo que replegarse
abandonando sus posiciones conquistadas ante la falta de armas y
suministros. El general Yagüe al comando del ejército de Marruecos, el
tercio, la legión abren una brecha en Camposines que constituía en el
punto clave de las comunicaciones.
Tras esa sangrienta batalla que deja miles de víctimas -entre los que hay que resaltar cientos de reclutas de la famosa quinta del biberón- los republicanos rendidos y exhaustos deben recruzar nuevamente el Ebro. Ha terminado una de las batallas más espantosas que jamás se haya vivido en la historia de España.
Tras esa sangrienta batalla que deja miles de víctimas -entre los que hay que resaltar cientos de reclutas de la famosa quinta del biberón- los republicanos rendidos y exhaustos deben recruzar nuevamente el Ebro. Ha terminado una de las batallas más espantosas que jamás se haya vivido en la historia de España.
Los nacionales se imponen gracias a los
arsenales bélicos de última generación que les proporcionan los alemanes
e italianos. Franco utilizó su superioridad aérea aplicando la táctica
de la tierra quemada, el bombardeo en alfombra para causar el mayor
terror entre el enemigo y la población civil. Algo que se constata
perfectamente con la destrucción casi total del pueblo de Corbera del
Ebro.
La puntilla definitiva llegó con el
acuerdo de Múnich firmado el 30 de septiembre de 1938 entre los jefes de
gobierno de Francia, Inglaterra, Alemania a Italia para solucionar la
crisis de los Sudetes -a cambio de la promesa de Hitler de no invadir
ningún territorio europeo-. Para apaciguar los vientos de guerra ser le
dio alas al fascismo. Un acuerdo que significo un espaldarazo a Franco y
que condenaba definitivamente a la II república.
Luego en el cumplimiento del Pacto de No
Intervención y de Neutralidad en el mismo mes de septiembre se retiran
las Brigadas Internacionales. Mientras que Franco sigue contando con la
presencia de las fuerzas del eje. Los países capitalistas prefirieron el
monstruo del nazismo a la amenaza estalinista. Porque en ese entonces
el comunismo y la dictadura del proletariado era el verdadero enemigo.
España por ningún motivo podía caer en la órbita soviética porque si no
Francia y Portugal también caerían en el abismo.
Si el ejército republicano hubiera
aguantado unos cuantos meses más es casi seguro que las potencias
aliadas no habrían tenido más remedio que apoyarlo pues el 1 de
septiembre de 1939, con la invasión alemana a Polonia, estalló la
Segunda Guerra Mundial.
Las fuerzas franquistas cruzan el Ebro
el día 3 de enero de 1939 y avanzan con firmeza y determinación ganando
apresuradamente terreno mientras los republicanos se retiran
desmoralizados. Poco puede hacer un ejército que ha sufrido durante
varios meses un considerable desgaste que se traduce en pérdidas
materiales y humanas irremplazables. El 26 de enero los nacionales se
apoderan Barcelona sin que se presente el menor atisbo de resistencia.
Todo está perdido y el gobierno en pleno, el ejército y miles de
refugiados inician lo que se conocería luego en la historiografía como
la “retirada”. Con sus pertenencias a cuestas o a lomos de bestias una
estampida humana de miles y miles de personas -ante el asedio de las
tropas franquistas- se dirige apresurada rumbo a los Pirineos ansiosos
de buscar asilo en Francia.
Vicent se dirige con los miembros del XV cuerpo del ejército hacía Port Bou con la intención de cruzar la frontera. En Cerbere, el primer pueblo francés, las autoridades los detienen, desarman y envían junto a otros tantos miles de refugiados a los campos de concentración de Barcarès y Gurs. Esa fue la peor de las humillaciones pues tuvieron que soportar una situación penosa y denigrante. Maltratados por la gendarmería y los guardias móviles les faltaba agua, comida y medicinas a tal punto que mucha gente moría de hambre y enfermedades.
Este fue el peor castigo que
jamás pudieron imaginar. No bastaba con la derrota sino que ahora se
convirtieron en unos delincuentes que merecían el máximo desprecio.
Vicent tras pasar un examen de suficiencia profesional fue a parar a las
Compañías de Trabajo que organizó el gobierno francés para ocupar la
mano de obra de los refugiados en la construcción de campamentos
militares y la fortificación de las fronteras.
En junio de 1940 con la invasión Nazi de
Francia la situación empeoró considerablemente. Los alemanes le
exigieron al general Pétain –nombrado primer ministro del régimen de
Vichy- que le facilitara republicanos españoles para emplearlos en la
industria o la construcción de infraestructuras bélicas. En un principio
Vicent fue destinado a una fábrica de armas en París y luego a la
construcción de la base de submarinos de Lorient en la Bretaña. En esas
instalaciones trabajó desde 1941 a 1945.
(Es decir, hasta la caída del Tercer Reich) en el mantenimiento y reparación de los submarinos de la 2 y 10 flotilla de U-Boot de la Kriegsmarine inscrita en la muralla del Atlántico.
(Es decir, hasta la caída del Tercer Reich) en el mantenimiento y reparación de los submarinos de la 2 y 10 flotilla de U-Boot de la Kriegsmarine inscrita en la muralla del Atlántico.
El triunfo de los militares rebeldes
encabezados por Franco (los “directores” Mola y Sanjurjo murieron en
actos de servicio) tuvo consecuencias catastróficas para la clase
proletaria y el campesinado español. Fue un retroceso desgarrador que
los postró de rodillas ante los señores feudales y la oligarquía
Por eso-como dice Vicent- es tan
importante recuperar la Memoria Histórica y hacer pedagogía para que se
imponga la verdad. Porque hay que recordarle a las futuras generaciones
lo que no sólo supuso la guerra civil sino también los 40 años de
dictadura represiva y opresora. Y quizás lo más lamentable es que tras
la muerte del dictador los herederos del régimen se disfrazaron de
demócratas erigiéndose en padres de la constitución y tutores de
transición política. Incluso con todo el descaro autoproclamaron
adalides de la paz, la libertad y los derechos humanos.
Y para rematar
sin ningún pudor mitificaron la figura del delfín de Franco don Juan
Carlos I de Borbón y Borbón.
Vicent no ha cambiado ni un ápice su
pensamiento. Sigue siendo el mismo muchacho que se apuntó voluntario en
el batallón de la JSUV y que desarmado se fue al frente en temeraria
actitud. Un soldado republicano a carta cabal que mantiene intacto su
compromiso de luchar por la revolución socialista. Es indispensable
resaltar la dignidad de este hombre franco y sincero que nos devuelve la
ilusión en una época tan marcada por el desencanto y la falta de
utopías.
Y es que estamos hablando de uno de los últimos supervivientes de la batalla del Ebro, un personaje que va a cumplir nada menos ni nada más que 98 años ¡98 años! y parece que está como una lechuga ¿Tal vez habrá hecho algún pacto con el diablo? Se sirve un vaso de vino y brinda eufórico a la salud de la república.
Y es que estamos hablando de uno de los últimos supervivientes de la batalla del Ebro, un personaje que va a cumplir nada menos ni nada más que 98 años ¡98 años! y parece que está como una lechuga ¿Tal vez habrá hecho algún pacto con el diablo? Se sirve un vaso de vino y brinda eufórico a la salud de la república.
En su semblante risueño y relajado
no hay una pizca de amargura, ni resentimiento alguno. Aunque el mismo
añade que la verdadera felicidad no puede ser nunca individual sino
colectiva ¡quiero ver a mi pueblo contento! Así que no es de extrañar
que en cualquier instante se ponga a cantar corridos y rancheras
mejicanas o se vaya a bailar tango en las fiestas populares.
Al terminar la Segunda Guerra mundial
Vicent tenía una deuda que saldar y por eso se dirigió a Toulouse donde
el partido Comunista preparaba la operación del Valle de Arán. Se
pretendía crear una cabeza de puente con la intención de reactivar la
lucha antifranquista. En un principio cientos de guerrilleros lograron
infiltrarse a través de los Pirineos pero no lograron consolidar sus
objetivos pues los aliados se negaron a prestarle su ayuda. El traidor
general de Gaulle -a pesar de existir un compromiso con los guerrilleros
españoles que participaron en la liberación de Francia-los desarmó en
un claro gesto de buena voluntad hacia el caudillo Francisco Franco.
Tras la frustrada aventura pirenaica a
Vicent no le quedó más remedio que radicarse o, mejor dicho, exiliarse
en Francia. Por lo tanto se reunió con sus hermanos en el pueblo de
Pamiers (Midi Pyrénées) donde fijó su residencia y comenzó a laborar en
una fábrica metalúrgica. Allí se casó, formó un hogar y echó raíces.
Pero eso si jamás ha olvidado su querido pueblo de Alcàsser al que
visita desde hace algunos años regularmente.
Vicent se siente orgulloso de su
militancia comunista pues no en vano se jugó la vida en honor a los
principios revolucionarios que desde niño aprendió junto a sus padres.
Durante décadas esa España desmemoriada y amnésica ignoró a estos héroes anónimos que simplemente cumplieron con el deber patriótico de hacer frente a un golpe militar nazi-fascista. Los hijos de la clase obrera no podían dejarse pisotear impunemente y se vieron obligados a empuñar las armas en defensa de la legalidad de la república. Un golpe de estado que contó con la complicidad de la iglesia, la banca, los terratenientes representados en el CEDA. Estos poderes fácticos fueron los responsables reales de la sangrienta conflagración que supuso una de las mayores tragedias en toda la historia de España.
Ahora justo cuando Vicent Almudéver está
a punto de cumplir cien años recién comienzan a reconocerle su entrega y
sacrificio. En todo caso “nunca es tarde si la dicha es buena” De ahí
que en los numerosos actos que ha intervenido no se cansa de señalar que
“si Hitler obtuvo una victoria esa fue la Guerra Civil Española”
Estamos ante alguien que se ofreció voluntario y lo arriesgó todo en defensa de los valores de libertad y justicia social que pregonaba la república.
https://youtu.be/dHxfecNNoEs
Porque él asume el papel de portavoz de todos sus compañeros caídos en combate.
Amargo nos confiesa que le duele mucho contemplar a una España completamente entregada a los dictados de Bruselas y Berlín, una España que sin ningún reparo se pliega a los designios de la OTAN y el imperialismo norteamericano.
Vicente Almudéver desde su casa en
Rimont (Ariege-Midi Pyréneés) situada muy cerca ya de la frontera con
Cataluña, sigue leyendo en voz alta los periódicos como lo hiciera en
aquel entonces en las tabernas a los obreros y campesinos analfabetos
para explicarles las razones por las que habían sido condenados a la
miseria y el abandono.
Afirma que a pesar de su edad todavía tiene muchas cosas que aprender y por eso sigue soñando fiel a la consigna que lleva grabada en su mente: “quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir”
Afirma que a pesar de su edad todavía tiene muchas cosas que aprender y por eso sigue soñando fiel a la consigna que lleva grabada en su mente: “quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir”
Carlos de Urabá 2015
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