lunes, 28 de octubre de 2013

De un montón de estiércol a exterminador social * Mariano Rajoy Brey, presidente del PP y del gobierno de España, escribió entre 1983 y 1984 unos artículos en El Faro




Mariano Rajoy Brey, presidente del PP y del gobierno de España, escribió entre 1983 y 1984 unos artículos en El Faro de Vigo, cuando presidía la Diputación de Pontevedra, y que por su fuerte componente ideológico, de corte reaccionario, viene a demostrar la catadura moral y política de este sujeto, que se ha extremado con el paso del tiempo, y aquello que escribió hace casi treinta años hoy es su ADN político. Una muestra: La igualdad implica siempre despotismo y la desigualdad es el fruto de la libertad



En un país en bancarrota moral, desconcertado y dolido por la corrupción, reducidos a cenizas derechos civiles, avances sociales y laborales, el presidente de los ultra conservadores españoles ha convertido en doctrina sus cerriles opiniones del pasado, con los resultados que todos conocemos y padecemos. Empecemos el análisis de lo escrito por tan grotesco personaje, quien aprovechando la obra de otros autores manifestaba y ahora nos aplica sin pudor sus desvaríos y patochadas. En cursiva, los párrafos más destacados de su pensamiento y filosofía de vida.



Sobre la utilización política de la envidia dice, vaguedades como ‘la eliminación de las desigualdades excesivas', ‘supresión de privilegios', ‘redistribución', ‘que paguen los que tienen más' (…) son utilizadas frecuentemente por los demagogos para así conseguir sus objetivos políticos. 

(Demagogo-ga adj./s. m. y f.: "Persona que manipula los sentimientos de la gente, especialmente mediante halagos fáciles y promesas infundadas, para convencerla de la conveniencia de aceptar un programa político"). 

Esta definición se ajusta como un guante al perfil del huidizo rufián.



Estos escritos de juventud se sustentaron en dos libros polémicos: "La desigualdad humana", de Luis Moure Mariño, y "La envidia igualitaria", de Gonzalo Fernández de la Mora. El primero, notario y acérrimo partidario del general golpista. El segundo, ex ministro del general golpista, entre otros empleos. Ambos se dedicaron en sus respectivos volúmenes a demostrar el "error en que incurren quienes a veces, conscientemente y utilizando el sentimiento de la envidia (…), sin valorar el alcance de sus aseveraciones, sostienen la opinión de que todos los hombres son iguales y en consecuencia, tratan de suprimir las desigualdades".



Rajoy encandilado por tan 'magníficos' textos hilvanó sus tesis neofranquistas asegurando que, la igualdad biológica no es posible, pero tampoco lo es la igualdad social; no es posible la igualdad del poder político, no hay sociedad sin jerarquía, tampoco la de la autoridad. ¿Sería posible equiparar la autoridad de todos los miembros de un mismo gremio, por ejemplo, de todos los pintores o los cirujanos? Es difícil imaginar un ejército en el que todos fueran generales; o una universidad en la que todos fueran rectores, o la igualdad de oportunidades; las circunstancias temporales, geográficas y familiares colocan inevitablemente a los individuos en situaciones más o menos favorables, nadie tiene la misma oportunidad mental, ni histórica, ni nacional, ni siquiera la económica; no es igual nacer en EEUU que en la URSS. Demostrada de forma indiscutible que la naturaleza, que es jerárquica, engendra a todos los hombres desiguales, no tratemos de explotar la envidia y el resentimiento para asentar sobre tan negativas pulsiones la dictadura igualitaria. 

Recuérdese que el texto en cursiva corresponde a fragmentos de los artículos citados. 



Consecuente con el ideario de Alianza Popular, Rajoy sintió como suyas las opiniones de Moure Mariño y Fernández de la Mora, y décadas después las ha venido aplicando al pie de la letra como un poseso. 

La experiencia ha demostrado de modo irrefutable que la gestión estatal es menos eficaz que la privada. ¿Qué sentido tienen, pues, las nacionalizaciones? Principalmente el de desposeer, o sea, el de satisfacer la envidia igualitaria. Al revés de lo que propugnaban Rousseau y Marx, la gran tarea del humanismo moderno es lograr que la persona sea libre por ella misma y que el Estado no la obligue a ser un plagio. 

Respecto a eso de ser un plagio, para Mariano Rajoy el poeta romántico Young dio en la diana cuando afirmó todos nacemos originales y casi todos morimos copias. Él ya es remedo carca en vida y morirá como un trastornado plagiador del involucionismo miserable. 



Pero sigamos analizando la ideología ultra del presidente. Destruidos los pilares esenciales del tejido social se ha propuesto dinamitar los últimos vestigios del Estado porque considera que la Función Pública constituye un claro ejemplo de igualdad impuesta, pues pretende equiparar a quien por capacidad, trabajo y méritos son claramente desiguales y sólo va a servir para satisfacer ese gran mal que constituye la envidia igualitaria. 

Está convencido de que su relevante papel en la historia es salvar a la patria del materialismo marxista que destruye el alma y convierte a la persona libre en un plagio por culpa del Estado intervencionista.



Rajoy está empeñado en demostrar que es un demócrata inédito. Mantiene que la desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético, en donde se halla la raíz de todas las desigualdades humanas: en él se nos han transmitido todas nuestras condiciones, desde las físicas hasta las llamadas psíquicas. Y buena prueba de esa desigualdad originaria es que salvo el supuesto excepcional de los gemelos univitelinos, nunca ha habido dos personas iguales, ni siquiera dos seres que tuviesen la misma figura o la misma voz. Esclarecedor, muy esclarecedor. Este fragmento se podría incluir en algún capítulo de Mein Kampf, ¿verdad? 



Hablando por boca de ganso (dicho popular con el que se suele echar en cara a quien repite lo que otro ha sugerido) asegura Rajoy, tan rígido como dogmático, que todos los modelos, desde el comunismo radical hasta el socialismo atenuado, que predican la igualdad de riquezas, son radicalmente contrarios a la esencia misma del hombre, a su ser peculiar, a su afán de superación y progreso y por ello, aunque se llamen así mismos 'modelos progresistas' constituyen un claro atentado al progreso, porque contrarían y suprimen el natural instinto del hombre a desigualarse, que es el que ha enriquecido al mundo y elevado el nivel de vida de los pueblos; la imposición de esa igualdad relajaría a cotas mínimas al privar a los más hábiles, a los más capaces, a los más emprendedores… esa iniciativa más provechosa para todos que la igualdad en la miseria, que es la única que hasta la fecha de hoy han logrado imponer. 

Hace casi tres décadas, fuese o no consciente entonces, Rajoy ya iba enfangándose de buen grado en el montón de estiércol de su credo pseudo-liberal. Así es fácil entender el origen de la conducta dislocada y despótica del exterminador social en que se ha convertido.  



Sujeto amoral y miserable en lo político, capaz de mofarse de todos sus votantes incumpliendo el programa electoral por un sentido del deber que no se cree ni él, que ha mentido en sede parlamentaria, que no da la cara ante la ciudadanía en los momentos difíciles, a este sujeto lo han votado once millones de desiguales, de obtusos y cegatos desiguales, incapaces de distinguir la esclavitud de la libertad. Y del otro lado, por desidia o por rabia mal gestionada, también millones de progresistas hemos colaborado en la entronización de este neofranquista travestido de liberal, cumpliéndose el vaticinio del propio Rajoy, el hombre, en cierta manera, nace predestinado para lo que habrá de ser



La desfachatez de este baratero y rácano ultra, llega al dislate. Para terminar, un ejemplo de su estulticia: Ya en épocas remotas, existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo, se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente han sido confirmados más adelante por la ciencia


Pues estoy seguro, que aun utilizando los últimos avances científicos Rajoy no conseguirá ser lo que el describe como ese hijo de buena estirpe que sobrepasa al resto por su herencia genética de mejor calidad. 
 
 
Escrito por Ángel Pestaña.
 
 
 
 
 
 

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