Por Marat
El mensaje expresado en el título se no necesita haberse tal cual en la realidad. Hay pactos que no necesitan explicitarse cuando existen mensajeros -en castellano correveidiles o alcahuetes- que se dedican a muñirlos o a apañarlos. Tómese el mismo como licencia imaginaria.
Tampoco creo que fuera el propio Sánchez, un joven político sobrevenido en representante institucional siempre“de rebote”, por distintas dimisiones de sus compañeros, quien enviase tal mensaje. El nuevo “elefante blanco” del PSOE no era nadie hace unos meses y ésta por ver si llega a consolidarse con criterio propio y mando en plaza, soltando lastre de sus dependencias de la parte del aparato que le apoyó en su viaje hasta la secretaría general de su partido: su mentora Susana Díaz, José Blanco o Trinidad Jiménez, entre otros.
Tras “la derrota dulce” de Felipe González en 1996 ha habido algunos supuestos outsiders que se han encaramado a las más altas candidatura del PSOE: Borrell en 1998 a la Presidencia del Gobierno -defenestrado luego por el aparato del partido y sus barones-, Rodríguez Zapatero, el “desacelerado”, a la secretaría general y a la Presidencia del gobierno del país, y ahora Pedro Sánchez, un convencido entusiasta de sí mismo, si bien no fue con una mano delante y otra detrás al envite con sus dos otros contrincantes, ya que una parte importante de las divididas familias de su partido le apoyó, principalmente frente a Eduardo Madina, tolerando la candidatura de José Antonio Pérez Tapias en aquellas federaciones en las que pudiera hacer de cortafuegos al diputado vasco.
De momento, parece que el señor Sánchez ha logrado que Madina se sienta tan ridículo tras su derrota que ha rechazado, avergonzado, formar parte de la futura ejecutiva del PSOE. El madrileño, Master en Liderazgo Público por el ESADE, culmina así el epílogo de unas primarias con cruz de navajas.
En cuanto a los alcahuetes, muñidores y correveidiles a los que antes me refería, se encuentran ya en una frenética actividad rehabilitadora del otrora alicaído PSOE. Los plumillas opi-informadores -lo mismo des(in)forman que te dan la opinión ya digerida o te hacen un remix de ambas- de los medios que oficializan la “progresía” ya empiezan a entonar sus panegíricos sobre el recién ungido: “representante de un nuevo PSOE”, “joven, dinámico y con ambición”, “entusiasta y osado”, “esperanza de futuro”.
Entre los medios sincera y “orgullosos de ser de derechas” -los de orientación “progre” me parecen de derecha civilizada- tampoco faltan ganas de hacerle la ola al señor Sánchez “ha ganado la mejor opción para España”, “es el menos radical de los tres candidatos”, “ofrece estabilidad”, “serio”, “se espera de él una oposición responsable”. Posiblemente, de darse por parte de Sánchez una actitud más inteligente y menos patriotera que la de su antecesor Rubalcaba hacia el proceso catalán lleve a aquellos a arrepentirse pronto de estos elogios
En todo caso, han sido en los dos primeros días tras el triunfo de Sánchez precisamente los medios de la facción Brunete del capital los más partidarios del mismo, aunque pronto se van a ir sumando los de la “progresía”.
Estos últimos tardarán algo más en glosar la figura del nuevo secretario general del PSOE y en rehabilitar para la “izquierda” a este partido. Ha sido demasiado el desprestigio de este partido, el daño que el último gobierno Zapatero hizo a las clases trabajadoras y el tiempo en que se ha arrastrado zombi bajo la dirección de Rubalcaba, a la vez que el impulso de estos voceros de la “progresía” han dado al souflé de Podemos, como para estos medios den un giro demasiado brusco. No sería creíble y, sin duda, comprometerían su propia imagen entre sus lectores.
Y los medios progres ya han empezado a sumarse al coro de aduladores a Pedro Sánchez
No voy a calificar de tal a El País, un medio controlado por el fondo de inversiones Liberty Acquisition Holding y por la banca española, debido a su quiebra aún no declarada. Pero este rotativo es una de las avanzadillas en la reparación de la imagen del “nuevo PSOE” (ideológicamente el mismo de siempre, con cierta renovación de caras y cambio de look más “joven, moderno y dinámico”).
Podemos ya está preocupada por la próxima evolución del PSOE, partido del que ha recibido más votantes, al margen de nuevos votantes y, mucho menos, de abstencionistas -habría que preguntarse cómo se explica entre quienes afirman que Podemos es de izquierdas que haya recibido 100.000 votos de anteriores votantes del PP (interesante para entender hasta dónde llega el supuesto izquierdismo de Podemos este manifiesto personal de alguien que se declara de derechas y afirma votar a Podemos, y muy interesantes también las respuestas: ¡unos rojazos, vamos!) , salvo que todo se justifique desde el voto y que se pretenda creer que una sociedad más igualitaria podría venir de ese segmento, en cuyo caso sugiero dosis masivas de café para contrarrestar el “mareo”-
Esta preocupación la adelantó el señor Ínigo Errejón en la edición en castellano de Le Monde Diplomatique cuando afirma hacia el final de su artículo que “de la audacia y la rapidez de los actores que están por el cambio y la ruptura democrática dependerá que el nuevo ciclo político que parece abrirse no sea el de una restauración oligárquica sino el de una apertura constituyente”. Sugiero leerlo detenidamente, a pesar de su lenguaje pedante y pseudointelectual, porque más allá de alguna expresión como “izquierda, popular o constituyente” (y está por ver el encuadre ideológico real de este tercer concepto), su retórica escapa hacia unos derroteros que están lejos de lo que se entiende por izquierda revolucionaria o siquiera transformadora, al aparecer como ajena al anclaje en un discurso de clase (trabajadora), sino interclasista, y ajeno a la lucha de clases, depositando sus aspiraciones en una nueva institucionalidad en la que Podemos sea el centro pero no en la lucha contra las estructuras económicas capitalistas.
La intranquilidad del señor Errejón alcanza para su partido niveles de desasosiego en el documento pre-borrador de ponencia política “La crisis del régimen de 1978, Podemos y la posibilidad del cambio político en España”:“Si se recompusiera, siquiera parcialmente de su desprestigio y sus problemas internos, y postulase un nuevo líder con pocos vínculos históricos con el pasado, podría recuperar parte del espacio perdido y estrechar las opciones para una fuerza de ruptura democrática, relativamente transversal dentro del discurso de unidad popular y ciudadana”. Y continúa: “La otra amenaza para la expansión de la ruptura sería que el Gobierno pudiese presentar tímidas “evidencias” de que las medidas de ajuste nos han hecho pasar ya lo más duro y que se avecina la recuperación. Por lenta y remota que sea, la narrativa de que se han hecho los deberes más duros y ahora se avecina el tiempo de la cosecha del esfuerzo, es muy peligrosa por la reoxigenación”.
Queda claro: estamos ante la conciencia de necesitar claramente a los medios de comunicación para continuar vendiendo la película de una “ruptura democrática” admitiendo tácitamente el “sin vosotros (la parafernalia comunicacional) no somos nadie”. La apuesta no es por una revolución social sino por la posibilidad de seguir ocupando el centro de la política, de una política que no es otra cosa que un simulacro de “izquierda”. Si el problema de Podemos es que se recupere el PSOE o el que el PP acabe por convencer a ciertos sectores de una cierta recuperación económica, dentro de una crisis capitalista que volverá a rebrotar más temprano que tarde, es que estamos ante una disidencia, no ya controlada, sino pactada.
Ahí se agota todo el proyecto de “revolución” de Podemos: que el “pueblo” español -cualquier clase cabe dentro de él, coherentemente a la transversalidad interclasista de sus votantes, incluso de clase alta, como muestra la última encuesta del CIS, al que el señor Iglesias reconoce su credibilidad como ente demoscópico- decida, sin exponer qué se le propone desde Podemos -modo de inutilizarlo, al no ofrecerle ni propuesta, ni estrategia, ni programa político, que no es lo mismo que el electoral- y sin el riesgo de escoger como sujeto histórico a los explotados por el capitalismo – Podemos prefiere hablar de casta política- para su proyecto. El PSOE guardó bien sus votos en un Podemos de apariencia radical para crédulos pero que es mero de gattopardismo de cambiarlo todo para que todo (el auténtico poder, el económico) siga como está.
Es lo que espera el grueso principal de sus votantes: no acabar con el capitalismo sino verse restituida a las condiciones de los viejos buenos tiempos precrisis, un lugar bajo el sol. De la administración pública y de “espacios protegidos” (en los sectores culturales, intelectuales, profesionales, académicos, de emprendedores con amparo institucional,....) que les permita lograr una nueva hegemonía tras la “revolución democrática”, por supuesto no socialista, que les promete Podemos. Ahí sectores de las llamadas clases medias se dan la mano con otro sector de los votantes de la nueva formación: fragmentos de las clases medias-altas, que también han mostrado en cierto porcentaje su simpatía por la misma. Es el comportamiento de las clases que ven peligrar su estatus por efecto de la crisis, que demandan una sociedad meritocrática y que siguen contando con los buenos contactos que les ofrece su red social real.
Y es en esos segmentos donde Podemos ha recogido los votos que fueron en gran parte del PSOE, hasta que le abandonaron por sus políticas, previamente hacia el PP, la abstención u otras formaciones preexistentes a la nueva.
No debe sorprendernos, en consecuencia, la preocupación y temores de los líderes de la nueva formación porque una combinación de la recuperación de la “ilusión” hacia el PSOE con un cierto calado de percepción social de mejora de la economía, pueda dar al traste con su futuro político. Podemos ha sido el almacén en el que el PSOE ha guardado sus votos para que no se perdiesen o se acabasen yendo de un modo más consolidado hacia otras formaciones. Y ahora puede que venga a recuperarlos.
Se me reprochará que hablo mucho del voto de clases medias de Podemos pero que no lo hago del que procede de las clases trabajadoras. Éste está presente en todas las formaciones políticas. La clase trabajadora es un dato sociológico y una realidad que se expresa a partir de las relaciones sociales de producción. Para que fuese una realidad política tendría que poseer un proyecto propio, y no subordinado a los que responden a los intereses de otras clases. Pero hoy no existen organizaciones políticas de cierto peso que representen a dicha clase. Todas ellas o bien responden a los intereses de las clases medias o bien de la alta burguesía y, si alguna representa los intereses de los trabajadores en mayor medida que otras, lo hace dentro de un ciudadanismo reformista e interclasista lamentable.
Vayamos todos los medios “progres” al rescate del PSOE
Por mucho que les cuenten sobre eficacia y potencia comunicacional de las redes sociales, sin medios de comunicación tradicionales, éstas no dejarían de ser un muro de las lamentaciones o, en el mejor de los casos, un instrumento de eficacia limitada. Esto es tan cierto como que, no sólo mucho de lo que se reproduce en los medios digitales proviene de los tradicionales, sino que también en gran medida los medios clásicos -sea en sus soportes tradicionales, sea en los digitales- focalizan y hacen evidente incluso para los usuarios de Internet, para los que ciertas tendencias podrían pasar desapercibidas en medio del caos y el ruido comunicativo de la Galaxia postGutemberg, lo que de otro modo quizá no tuviera tal repercusión e impacto.
Desde hace tiempo la comunicación en general ha convertido la percepción de la realidad política y social en simulacro de realidad y en espectáculo que ha de ser permanentemente renovado para no aburrir a unas mayorías que actúan, aplauden y patean lo que las élites económicas que manejan los creadores de des(in)formación les digan que respectivamente han de hacer. El show debe renovarse porque lo efímero es garantía de que el entretenimiento funcione. Y ello es casi indistinto de que los medios sean tradicionales o pertenezcan a la red porque se olvida a menudo que esta última no pertenece a quien introduce en ella contenidos sino a los proveedores de servicio y alojamiento (a quienes la manejan realmente) y en los últimos tiempos vamos viendo que la red va estrechando los límites de su apariencia de democracia digital.
Voy a centrarme en el modo en el que los medios clásicos de información/deformación van calentando los motores del “nuevo PSOE”- haga usted unas primarias y cuéntele al mundo que su partido ya es otro, sea el PSOE o cualquier otra organización de oportunistas. No faltarán almas del autoengaño que le compren el producto- y lo haré en base a las últimas noticias/opiniones al respecto:
En cambio, es de esperar que el señor Iglesias -las otras dos figuras destacadas de la nueva formación política, Monedero y Errejón, pierden peso a gran velocidad en beneficio de la del primero- seguirá teniendo todo el protagonismo, incluso creciente entre la Brunete mediática (La Razón, 13TV, El Mundo, ABC, Telemadrid,...), con la colaboración intensa de alguno pseudoprogre (La Sexta, de la misma corporación que edita La Razón, Editorial Planeta). Y es que el PP, que es el gran promotor de Podemos -con algunos dirigentes del PSOE que no se enteran de que están disparando contra sus propios píes-, a través de la “lideresa” Esperanza Aguirre, sabe que por ese camino “Podemos garantiza-r que el PP volverá a ganar las elecciones generales en 2015”.
Y afirmo lo anterior, no porque crea que la farsa de designar a Podemos como su oposición preferente producirá un debilitamiento del PSOE y la imposibilidad de una suma que dé como consecuencia una mayoría suficiente de izquierdas para derrotar al PP. Yo creo que el PSOE es, desde hace muchos años, de derechas, al contrario de ciertos sectores trotskistas que siempre tuvieron una querencia tácita por el mismo.
Creo que la estrategia del PP y de su entorno de promover Podemos, intentando que cale entre los sectores contrarios al gobierno la simpleza de que si la derecha le ataca es porque lo teme, creará el efecto del reforzamiento de la derecha por las siguientes razones:
El mensaje expresado en el título se no necesita haberse tal cual en la realidad. Hay pactos que no necesitan explicitarse cuando existen mensajeros -en castellano correveidiles o alcahuetes- que se dedican a muñirlos o a apañarlos. Tómese el mismo como licencia imaginaria.
Tampoco creo que fuera el propio Sánchez, un joven político sobrevenido en representante institucional siempre“de rebote”, por distintas dimisiones de sus compañeros, quien enviase tal mensaje. El nuevo “elefante blanco” del PSOE no era nadie hace unos meses y ésta por ver si llega a consolidarse con criterio propio y mando en plaza, soltando lastre de sus dependencias de la parte del aparato que le apoyó en su viaje hasta la secretaría general de su partido: su mentora Susana Díaz, José Blanco o Trinidad Jiménez, entre otros.
Tras “la derrota dulce” de Felipe González en 1996 ha habido algunos supuestos outsiders que se han encaramado a las más altas candidatura del PSOE: Borrell en 1998 a la Presidencia del Gobierno -defenestrado luego por el aparato del partido y sus barones-, Rodríguez Zapatero, el “desacelerado”, a la secretaría general y a la Presidencia del gobierno del país, y ahora Pedro Sánchez, un convencido entusiasta de sí mismo, si bien no fue con una mano delante y otra detrás al envite con sus dos otros contrincantes, ya que una parte importante de las divididas familias de su partido le apoyó, principalmente frente a Eduardo Madina, tolerando la candidatura de José Antonio Pérez Tapias en aquellas federaciones en las que pudiera hacer de cortafuegos al diputado vasco.
De momento, parece que el señor Sánchez ha logrado que Madina se sienta tan ridículo tras su derrota que ha rechazado, avergonzado, formar parte de la futura ejecutiva del PSOE. El madrileño, Master en Liderazgo Público por el ESADE, culmina así el epílogo de unas primarias con cruz de navajas.
En cuanto a los alcahuetes, muñidores y correveidiles a los que antes me refería, se encuentran ya en una frenética actividad rehabilitadora del otrora alicaído PSOE. Los plumillas opi-informadores -lo mismo des(in)forman que te dan la opinión ya digerida o te hacen un remix de ambas- de los medios que oficializan la “progresía” ya empiezan a entonar sus panegíricos sobre el recién ungido: “representante de un nuevo PSOE”, “joven, dinámico y con ambición”, “entusiasta y osado”, “esperanza de futuro”.
Entre los medios sincera y “orgullosos de ser de derechas” -los de orientación “progre” me parecen de derecha civilizada- tampoco faltan ganas de hacerle la ola al señor Sánchez “ha ganado la mejor opción para España”, “es el menos radical de los tres candidatos”, “ofrece estabilidad”, “serio”, “se espera de él una oposición responsable”. Posiblemente, de darse por parte de Sánchez una actitud más inteligente y menos patriotera que la de su antecesor Rubalcaba hacia el proceso catalán lleve a aquellos a arrepentirse pronto de estos elogios
En todo caso, han sido en los dos primeros días tras el triunfo de Sánchez precisamente los medios de la facción Brunete del capital los más partidarios del mismo, aunque pronto se van a ir sumando los de la “progresía”.
Estos últimos tardarán algo más en glosar la figura del nuevo secretario general del PSOE y en rehabilitar para la “izquierda” a este partido. Ha sido demasiado el desprestigio de este partido, el daño que el último gobierno Zapatero hizo a las clases trabajadoras y el tiempo en que se ha arrastrado zombi bajo la dirección de Rubalcaba, a la vez que el impulso de estos voceros de la “progresía” han dado al souflé de Podemos, como para estos medios den un giro demasiado brusco. No sería creíble y, sin duda, comprometerían su propia imagen entre sus lectores.
Y los medios progres ya han empezado a sumarse al coro de aduladores a Pedro Sánchez
No voy a calificar de tal a El País, un medio controlado por el fondo de inversiones Liberty Acquisition Holding y por la banca española, debido a su quiebra aún no declarada. Pero este rotativo es una de las avanzadillas en la reparación de la imagen del “nuevo PSOE” (ideológicamente el mismo de siempre, con cierta renovación de caras y cambio de look más “joven, moderno y dinámico”).
Podemos ya está preocupada por la próxima evolución del PSOE, partido del que ha recibido más votantes, al margen de nuevos votantes y, mucho menos, de abstencionistas -habría que preguntarse cómo se explica entre quienes afirman que Podemos es de izquierdas que haya recibido 100.000 votos de anteriores votantes del PP (interesante para entender hasta dónde llega el supuesto izquierdismo de Podemos este manifiesto personal de alguien que se declara de derechas y afirma votar a Podemos, y muy interesantes también las respuestas: ¡unos rojazos, vamos!) , salvo que todo se justifique desde el voto y que se pretenda creer que una sociedad más igualitaria podría venir de ese segmento, en cuyo caso sugiero dosis masivas de café para contrarrestar el “mareo”-
Esta preocupación la adelantó el señor Ínigo Errejón en la edición en castellano de Le Monde Diplomatique cuando afirma hacia el final de su artículo que “de la audacia y la rapidez de los actores que están por el cambio y la ruptura democrática dependerá que el nuevo ciclo político que parece abrirse no sea el de una restauración oligárquica sino el de una apertura constituyente”. Sugiero leerlo detenidamente, a pesar de su lenguaje pedante y pseudointelectual, porque más allá de alguna expresión como “izquierda, popular o constituyente” (y está por ver el encuadre ideológico real de este tercer concepto), su retórica escapa hacia unos derroteros que están lejos de lo que se entiende por izquierda revolucionaria o siquiera transformadora, al aparecer como ajena al anclaje en un discurso de clase (trabajadora), sino interclasista, y ajeno a la lucha de clases, depositando sus aspiraciones en una nueva institucionalidad en la que Podemos sea el centro pero no en la lucha contra las estructuras económicas capitalistas.
La intranquilidad del señor Errejón alcanza para su partido niveles de desasosiego en el documento pre-borrador de ponencia política “La crisis del régimen de 1978, Podemos y la posibilidad del cambio político en España”:“Si se recompusiera, siquiera parcialmente de su desprestigio y sus problemas internos, y postulase un nuevo líder con pocos vínculos históricos con el pasado, podría recuperar parte del espacio perdido y estrechar las opciones para una fuerza de ruptura democrática, relativamente transversal dentro del discurso de unidad popular y ciudadana”. Y continúa: “La otra amenaza para la expansión de la ruptura sería que el Gobierno pudiese presentar tímidas “evidencias” de que las medidas de ajuste nos han hecho pasar ya lo más duro y que se avecina la recuperación. Por lenta y remota que sea, la narrativa de que se han hecho los deberes más duros y ahora se avecina el tiempo de la cosecha del esfuerzo, es muy peligrosa por la reoxigenación”.
Queda claro: estamos ante la conciencia de necesitar claramente a los medios de comunicación para continuar vendiendo la película de una “ruptura democrática” admitiendo tácitamente el “sin vosotros (la parafernalia comunicacional) no somos nadie”. La apuesta no es por una revolución social sino por la posibilidad de seguir ocupando el centro de la política, de una política que no es otra cosa que un simulacro de “izquierda”. Si el problema de Podemos es que se recupere el PSOE o el que el PP acabe por convencer a ciertos sectores de una cierta recuperación económica, dentro de una crisis capitalista que volverá a rebrotar más temprano que tarde, es que estamos ante una disidencia, no ya controlada, sino pactada.
Ahí se agota todo el proyecto de “revolución” de Podemos: que el “pueblo” español -cualquier clase cabe dentro de él, coherentemente a la transversalidad interclasista de sus votantes, incluso de clase alta, como muestra la última encuesta del CIS, al que el señor Iglesias reconoce su credibilidad como ente demoscópico- decida, sin exponer qué se le propone desde Podemos -modo de inutilizarlo, al no ofrecerle ni propuesta, ni estrategia, ni programa político, que no es lo mismo que el electoral- y sin el riesgo de escoger como sujeto histórico a los explotados por el capitalismo – Podemos prefiere hablar de casta política- para su proyecto. El PSOE guardó bien sus votos en un Podemos de apariencia radical para crédulos pero que es mero de gattopardismo de cambiarlo todo para que todo (el auténtico poder, el económico) siga como está.
Es lo que espera el grueso principal de sus votantes: no acabar con el capitalismo sino verse restituida a las condiciones de los viejos buenos tiempos precrisis, un lugar bajo el sol. De la administración pública y de “espacios protegidos” (en los sectores culturales, intelectuales, profesionales, académicos, de emprendedores con amparo institucional,....) que les permita lograr una nueva hegemonía tras la “revolución democrática”, por supuesto no socialista, que les promete Podemos. Ahí sectores de las llamadas clases medias se dan la mano con otro sector de los votantes de la nueva formación: fragmentos de las clases medias-altas, que también han mostrado en cierto porcentaje su simpatía por la misma. Es el comportamiento de las clases que ven peligrar su estatus por efecto de la crisis, que demandan una sociedad meritocrática y que siguen contando con los buenos contactos que les ofrece su red social real.
Y es en esos segmentos donde Podemos ha recogido los votos que fueron en gran parte del PSOE, hasta que le abandonaron por sus políticas, previamente hacia el PP, la abstención u otras formaciones preexistentes a la nueva.
No debe sorprendernos, en consecuencia, la preocupación y temores de los líderes de la nueva formación porque una combinación de la recuperación de la “ilusión” hacia el PSOE con un cierto calado de percepción social de mejora de la economía, pueda dar al traste con su futuro político. Podemos ha sido el almacén en el que el PSOE ha guardado sus votos para que no se perdiesen o se acabasen yendo de un modo más consolidado hacia otras formaciones. Y ahora puede que venga a recuperarlos.
Se me reprochará que hablo mucho del voto de clases medias de Podemos pero que no lo hago del que procede de las clases trabajadoras. Éste está presente en todas las formaciones políticas. La clase trabajadora es un dato sociológico y una realidad que se expresa a partir de las relaciones sociales de producción. Para que fuese una realidad política tendría que poseer un proyecto propio, y no subordinado a los que responden a los intereses de otras clases. Pero hoy no existen organizaciones políticas de cierto peso que representen a dicha clase. Todas ellas o bien responden a los intereses de las clases medias o bien de la alta burguesía y, si alguna representa los intereses de los trabajadores en mayor medida que otras, lo hace dentro de un ciudadanismo reformista e interclasista lamentable.
Vayamos todos los medios “progres” al rescate del PSOE
Por mucho que les cuenten sobre eficacia y potencia comunicacional de las redes sociales, sin medios de comunicación tradicionales, éstas no dejarían de ser un muro de las lamentaciones o, en el mejor de los casos, un instrumento de eficacia limitada. Esto es tan cierto como que, no sólo mucho de lo que se reproduce en los medios digitales proviene de los tradicionales, sino que también en gran medida los medios clásicos -sea en sus soportes tradicionales, sea en los digitales- focalizan y hacen evidente incluso para los usuarios de Internet, para los que ciertas tendencias podrían pasar desapercibidas en medio del caos y el ruido comunicativo de la Galaxia postGutemberg, lo que de otro modo quizá no tuviera tal repercusión e impacto.
Desde hace tiempo la comunicación en general ha convertido la percepción de la realidad política y social en simulacro de realidad y en espectáculo que ha de ser permanentemente renovado para no aburrir a unas mayorías que actúan, aplauden y patean lo que las élites económicas que manejan los creadores de des(in)formación les digan que respectivamente han de hacer. El show debe renovarse porque lo efímero es garantía de que el entretenimiento funcione. Y ello es casi indistinto de que los medios sean tradicionales o pertenezcan a la red porque se olvida a menudo que esta última no pertenece a quien introduce en ella contenidos sino a los proveedores de servicio y alojamiento (a quienes la manejan realmente) y en los últimos tiempos vamos viendo que la red va estrechando los límites de su apariencia de democracia digital.
Voy a centrarme en el modo en el que los medios clásicos de información/deformación van calentando los motores del “nuevo PSOE”- haga usted unas primarias y cuéntele al mundo que su partido ya es otro, sea el PSOE o cualquier otra organización de oportunistas. No faltarán almas del autoengaño que le compren el producto- y lo haré en base a las últimas noticias/opiniones al respecto:
- Pedro Sánchez y el futuro del PSOE El Diario, medio de un ex director de Público. Al día siguiente de las primarias del PSOE y procurando que no se note mucho
- Sánchez insta a los eurodiputados a votar contra Juncker como presidente de la comisión. Público. 14 de Julio de 2014.
- “Haré posible un giro a la izquierda que permita ganar elecciones”: El País. También el 14 de Julio. El País es el medio más leído por los votantes de Podemos,s según la última encuesta del CIS.
- Sánchez rechaza una gran coalición y descarta las primarias abiertas: Público. 19 de Julio de 2014
- La lista alternativa de Izquierda Socialista en Valencia consigue el 24% de los apoyos El Diario. 19 de Julio
- Sánchez exige a Rajoy y Mas dejarse de “reproches” y abordar la reforma constitucional: Infolibre (del otro director de Público).
- La nueva dirección de Iceta en el PSC recibe el apoyo del 86,32% de los delegados: Infolibre. 19 de Julio
- Núria Parlon: "El PSOE entenderá y será cómplice de una consulta pactada y legal": Público. 20 de Julio.
- Andalucía es la comunidad autónoma en la que más ha crecido la licitación pública este año: El Diario. 20 de Julio.
- El PSOE pide al TC la suspensión cautelar de la ley electoral de Cospedal: Público. 21 de Julio
- El PSOE pide cuentas a Fátima Báñez por el contrato de Bárcenas. Público. 21 de Julio.
- Pedro Sánchez quiere apoyarse en Chacón y Patxi López para unir al PSOE: El Diario. 21 de Julio.
- El PSOE acusa a la Abogacía del Estado de vaciar la ley de conflictos de interés con su informe sobre Cañete: Infolibre. 21 de Julio
En cambio, es de esperar que el señor Iglesias -las otras dos figuras destacadas de la nueva formación política, Monedero y Errejón, pierden peso a gran velocidad en beneficio de la del primero- seguirá teniendo todo el protagonismo, incluso creciente entre la Brunete mediática (La Razón, 13TV, El Mundo, ABC, Telemadrid,...), con la colaboración intensa de alguno pseudoprogre (La Sexta, de la misma corporación que edita La Razón, Editorial Planeta). Y es que el PP, que es el gran promotor de Podemos -con algunos dirigentes del PSOE que no se enteran de que están disparando contra sus propios píes-, a través de la “lideresa” Esperanza Aguirre, sabe que por ese camino “Podemos garantiza-r que el PP volverá a ganar las elecciones generales en 2015”.
Y afirmo lo anterior, no porque crea que la farsa de designar a Podemos como su oposición preferente producirá un debilitamiento del PSOE y la imposibilidad de una suma que dé como consecuencia una mayoría suficiente de izquierdas para derrotar al PP. Yo creo que el PSOE es, desde hace muchos años, de derechas, al contrario de ciertos sectores trotskistas que siempre tuvieron una querencia tácita por el mismo.
Creo que la estrategia del PP y de su entorno de promover Podemos, intentando que cale entre los sectores contrarios al gobierno la simpleza de que si la derecha le ataca es porque lo teme, creará el efecto del reforzamiento de la derecha por las siguientes razones:
- Acentuará el perfil moderado de Podemos que, para defenderse de las acusaciones de izquierdista, bolivariano y filoterrorista, dará evidentes muestras de que la teoría de la “superación de la dualidad izquierda derecha”, esbozada por los señores Iglesias y Monedero, irá enfatizando aún más su distancia de lo que ellos llaman “la vieja izquierda” para irse aproximando a la no tan “nueva derecha”. La decepción que ello provocaría podría desdoblarse del siguiente modo:
- Decepción de un sector del voto que accedió a la nueva formación desde la abstención, al comprobar que, como ya advertimos algunos, Podemos no es sino una opción sistémica más. La pérdida del voto abstencionista de esta formación sería una victoria para el PP que, en cambio, busca asegurar, “prietas las filas”, su propio voto.
- Decepción de los votos recibidos desde anteriores votantes del PSOE -una parte muy significativa del total- que, visto lo visto, preferirán el original sistémico de su hasta hace poco referencia política.
- Se aducirá que esa moderación de Podemos podría facilitar el entendimiento entre las formaciones a la izquierda del PP -que el PSOE esté a la izquierda del PP no significa que sea de izquierda. Cualquier formación está a la izquierda del PP-; entendimiento que, por mucho que se pretenda “desde abajo” y más “allá de un pacto entre siglas”, tendría en éstas últimas la espina dorsal de un cambio en la orientación de voto, porque sin organizaciones políticas no hay cambio de tendencia, pero nada más lejos de la realidad.
- Podemos y su prepotencia de nuevos triunfadores que nunca se habían visto en otra han creado muchos más recelos que simpatías en el resto de partidos. Por mucho que Pablo Iglesias, Monedero y Errejón hayan compartido actos públicos de debate sobre “la izquierda” con dirigentes del PSOE, desde Beatriz Talegón hasta Antonio Carmona o algunas personas en la organización hayan afirmado poco después de las europeas que están dispuestos a entenderse con el PSOE, si éste cambia, la realidad es que ambas organizaciones compiten por una franja común muy importante de votantes más situados en el centro izquierda que en la izquierda, sectores de clases medias que desean la vuelta de “los buenos tiempos” e impresionables
- políticamente con algún referéndum, alguna herramienta “participativa” 2.0 y unas primarias abiertas de vez en cuando. La confrontación con Podemos será más bien soterrada por parte del PSOE, que no puede permitirse el lujo de ser tan burdo como el PP en su consideración de antisistema de una organización que, en el fondo, busca la respetabilidad sistémica. Podemos, por su parte, es posible que intente mostrar un talante dialogante y “unitario”, si la nueva dirección que surja alrededor de Pedro Sánchez se consolida y logra una cierta recuperación de su imagen. Si se producen esos intentos de acercamiento, los sectores que votaron a Podemos creyendo que ésta era más de izquierdas de lo que es, lo abandonarán.
- Con IU la irrupción desestabilizadora le ha funcionado a medias. Ha puesto a los píes de la nueva formación a una parte importante de la dirección de la primera -dudo mucho que sea en la misma medida que sus bases y las de IU tienen tradición de díscolas-, ha logrado algunos cambios de cara en su Ejecutiva, más proclives al entendimiento con la organización del señor Iglesias -especialmente la de Alberto Garzón, que se presentará a las primarias con la intención de desplazar a Cayo Lara. Pero ha provocado la reacción de otro sector importante de la dirección de IU, que de forma no abierta pero sí resistente, se niega a perder la identidad política de su organización -al contrario que el señor Garzón- y a endeudarse al rebufo de Podemos. El caso de IU es particular porque esta organización ha demostrado, a lo largo de todas sus crisis internas, su voluntad de pervivencia nada desdeñable. No le será fácil a Podemos vampirizarla.
- La estrategia de sobreexposición del señor Iglesias saliendo al trapo de todas los ataques del PP y de su brazo mediático va a lograr que el telepredicador acabe, a no mucho tardar, con una imagen de quemado charlatán de feria. Lo poco gusta. Lo mucho harta, especialmente cuando todos esos debates y exhibiciones de pressing catch con los principales líderes del partido del gobierno sirven más para tapar la realidad sangrante de un país que para ponerla sobre el tapete porque ésta es la que debe ser protagonista y no los actores de la farsa. Al fin y al cabo, y por mucho que el “debate” del pasado fin de semana en La Sexta haya estado a punto de batir audiencias televisivas y se haya convertido en trending topic, acabará por recordar aquellos cruces de fuego entre Rajoy y Zapatero o entre Cañete y Valenciano en las pasadas europeas. Con el tiempo, esto no será capaz de disimular la incapacidad de Podemos para plantear propuestas y su propia levedad cuando las hacen: la cuestión de la deuda ya no está en no pagarla sino en auditarla, el apoyo a los eurobonos (en el que coincide con Draghi, Mallor, el PP y Hollande, entre otros. Unos antisistema estos chicos de Podemos ), una idea defendida por el gran especulador internacional George Soros, mecenas de pseudoprogres y disidencias controladas.
- A pocos gestos para la galería que haga el PSOE, tipo la votación contra Juncker de sus europarlamentarios, la segunda fase de las primarias, que Pedro Sánchez ha despejado ya que se harán, ahora para elegir candidato a las elecciones europeas, algún otro cambio de cara, un mayor distanciamiento de este partido respecto al referéndum en Cataluña, los medios “progres” irán incrementando su apoyo al PSOE y rebajándolo poco a poco a Podemos porque una gran franja de los votantes de éste último partido provienen de allí y no son precisamente sectores izquierdistas.
- Ni el contexto español es el griego, ni al PSOE le espera el mismo destino que al PASOK, porque el primero sí tiene quién le escriba (veremos con qué énfasis se ponen a ello algunos periodistas de la progresía, ni Podemos es la fuerza central de una Syriza, que no deja de ser socialdemocracia keynesiana, a la griega. Podemos, por su parte, es el ya viejo discurso del 15M, con un cierto ajuste de marketing político, dando vueltas sin fin dentro del bucle de una retórica sin contenido ni sustancia, ni sujeto transformador de la Historia.
- La estrategia del PP y sus medios, de ungir a Podemos como su única oposición, es la acción de signo opuesto y, aunque a corto plazo fortalezca a esta última, fortalece mucho más a medio al primero porque la resultante de la esta jugada lleva a una operación aritmética entre las “izquierdas” que tiene más de resta que de suma. En este sentido es sumamente ilustrativa la reciente negación de María Dolores de Cospedal (PP) de estar alentando la fragmentación de la izquierda. Excusatio non petita...
- Y es que es tan burdo, sobreactuado y artificial el enfrentamiento PP-Podemos, acusando al primero de comunista, bolchevique, amigo de terroristas, usuario de las técnicas de Goebbels o bolivariano que resulta hilarante. No creen en ese choque de trenes ni Aguirre, ni Cospedal ni tampoco Iglesias, por mucho ponga en ocasiones cara de haberse comido un limón cuando les responde, y por mucho que los fans de Podemos se diviertan de lo lindo expresando iracundamente sus fobias hacia quienes descalifican a su mesías. Ellos mismos también participan en este simulacro de lucha libre. Al fin y al cabo, está tan agradecido el señor Iglesias a esta publicidad tan gratuita que ha recogido el guante que el otro día le tiraba la lideresa Aguirre de invitarla a un debate en La Tuerka. Público, en un lapsus que evocaba los trucos de la lucha libre titulaba así la noticia: “Aguirre se enfrenatará a Pablo Iglesias en el plató de La Tuerka”. Sólo le faltó cambiar "plató" por "ring" o por "colchoneta". Luego, tras el debate, se podrían ir a tomar unas cañitas juntos para recuperarse del sudor del “tremendo cuerpo a cuerpo”, evocando las prácticas de los representantes institucionales que se tiran a degüello en los parlamentos para luego acabar cenando juntos. Todo muy rubalcabiano. Veremos en qué acaba la famosa querella de Podemos contra la lideresa y su escudero Inda.