miércoles, 10 de junio de 2020

[USA] "Abran fuego"


  Policía situada por encima de la ley,  mientras la violencia se apodera de los Estados Unidos.



 Desde el porche de sus casas, ciudadanos observan un cordón de policías barrer su pacífica calle en Minneapolis, Minnesota. Incómodos por ser filmados y excediéndose en sus funciones, la policía ordena a la gente entrar a sus casas. Cuando algunos de ellos obedecen lo suficientemente rápido, se ordena lo que tantas veces se pudo oír en las calles de las ciudades iraquíes y en las aldeas de Afganistán: "Abran fuego". Y así, estos estadounidenses "desobedientes" recibieron unas ráfagas no letales por el "crimen" de observar a la policía.




 Police Shoots at People In Their Front Porch #GeorgeFloyd #Minneapolis

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 POLICE BRUTALITY in George Floyd Protests




Han pasado años desde Ferguson hasta el momento presente, pero la policía de Estados Unidos se han unido oficialmente al ejército como guerreros "profesionales". A raíz del asesinato de George Floyd el 25 de mayo, esos aguerridos policías han salido a las calles de todo el país con un equipo y una actitud de combate. Ven a los manifestantes y a los periodistas que los cubren, como "el enemigo" y a sí mismos como la "delgada línea azul" de la ley y el orden.
La policía se emplea a fondo golpeando cabezas y cuerpos indefensos, utilizando armas generosamente financiadas por el contribuyente estadounidense: balas de goma, gas pimienta (como pudo experimentar en una protesta la congresista Joyce Beatty de Ohio), gases lacrimógenos (como experimentó el clero episcopal en una manifestación en Washington DC), botes de pintura y municiones "no letales" similares, junto con granadas aturdidoras (munición que dejó tuerto a un periodista fotográfico), porras y tasers, mientras conducen equipos militares excedentes como Humvees y MRAP. Incluso un avión no tripulado Predator que sobrevoló al menos una protesta.
¿Quién necesita un desfile militar, presidente Trump? Los estadounidenses están presenciando "desfiles" militarizados en todo el país. Su lema: fuerza y violencia. El resultado: multitud de estadounidenses heridos y dañados a su paso. Los desechos de las guerras imperialistas de Estados Unidos finalmente encontraron su lugar en Main Street, EEUU.
La policía tienen la culpa de gran parte de este caos. Los videoclips la muestran descontrolada, incitando a la violencia e infligiéndola, en lugar de desactivarla y prevenirla. Con demasiada frecuencia, "servir y proteger" se ha convertido en "disparar y golpear". Su actuación se asemeja al personaje Eric Cartman, de South Park, un niño inflamado por la posesión de una insignia y la posibilidad de infligir violencia física sin responsabilidad. "¡Respeta mi autoridad!", grita Cartman mientras golpea a un hombre inocente sin ninguna razón.
Apuntemos pues nuestras cámaras y señalemos a estos policías matones, documentemos sus crímenes, pero también expongamos con coraje un hecho: no es sólo su culpa.
¿Quién más tiene la culpa? Bueno, muchos de nosotros. ¡Cuán estúpidos hemos sido al tratar a los policías como héroes, tal como lo hemos estado estúpidamente haciendo durante tanto tiempo con el ejército de los Estados Unidos! 

Dime, quién otorgó a la policía una bandera estadounidense especialmente modificada para proclamar que "la vida azul importa", y cuándo sucedió exactamente eso, y por qué demonios tantas personas ondean estas banderas. ¿Ha olvidado todo el mundo la historia estadounidense y el uso de la policía (así como las unidades de la Guardia Nacional) para reprimir a los trabajadores y sus organizaciones, mantener a los negros y otras minorías en la marginación, intimidar al ciudadano común que protesta por un medio ambiente más limpio o golpear a hippies y pacifistas durante las protestas contra la guerra de Vietnam?
Las atroces guerras de ultramar emprendidas por Estados Unidos, y que se multiplicaron durante décadas a pesar de su sinsentido, finalmente han vuelto a su propia casa, a un imperio empobrecido en el que la violencia y la enfermedad son endémicas, a un imperio que se derrumba ante nuestros ojos.
"Cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo", amenazó con guerrero “estilo americano” el presuntuoso presidente estadounidense, alentando al racista jefe de la policía de Miami desde 1967. Una amenaza destinada a hacer de cualquier estadounidense cercano a una protesta una potencial víctima.
A medida que proliferan tales manifestaciones, los estadounidenses ahora se enfrentan a una perspectiva sombría: la posibilidad de ser heridos o asesinados, y luego despachados como "daños colaterales". Durante muchos años, este eufemismo militar, probadamente falso, se ha aplicado a los innumerables inocentes que han sufrido gravemente nuestras interminables guerras en el extranjero y ahora está volviendo a casa.
¿Qué se siente, Estados Unidos?
Recordemos que la policía, como el resto de las instituciones de poder de EEUU, son producto de una estructura sociopolítica intrínsecamente violenta, abiertamente racista, profundamente defectuosa y completamente corrompida por el dinero, el poder, la codicia y el privilegio. En tal sistema, ¿cómo vamos a esperar que el policía sea modelo de virtud y moderación?
La verdadera intención de toda esta jerigonza guerrera, ya sea aplicada a los militares o a la policía, es dividir al pueblo estadounidense y vincularlo a impersonales sistemas autoritarios, como el complejo militar-industrial-congresional.
A raíz del asesinato de George Floyd, la mentalidad bélica-mercenaria de la policía ha quedado claramente expuesta. ¿Cuál fue el gran "crimen" de Floyd? En el peor de los casos, y si fuera cierto, un intento de robo menor mediante un billete falso. George Floyd había perdido su trabajo debido a la crisis de Covid-19 y, como la mayoría, habría tenido suerte si hubiera llegado a ver el cheque único de 1.200 dólares, mientras los ricos y poderosos disfrutan de “ayudas” billonarias.
Rara vez se envía a la policía para detener y enjuiciar a los estafadores de cuello blanco. No he visto morir a ningún banquero en la calle, ahogado bajo la rodilla de un oficial de policía, ni tampoco a ningún gerifalte corporativo ser estrangulado por la policía. Es mucho más fácil asediar y arrestar al vulnerable ciudadano común que, si además es negro, su detención puede incluso desembocar en su muerte.

Philando Castile, afro-estadounidense y empleado de un comedor escolar, asesinado por la policía en un control de tránsito en Falcon Heights, Minnesota.

Gritarle la verdad al poder no es suficiente.
Agente de policía blanco filmado cuando mataba
a tiros y por la espalda a un hombre negro.

Gracias, pero quienes detentan el poder ya saben la verdad, y agregaría que están muy complacidos con su monopolizada versión de la misma. No es suficiente decirles que la policía es violenta, racista y antisocial. Ellos lo saben perfectamente. De hecho, cuentan con eso. Cuentan con la violencia de la policía para proteger sus elitistas intereses. Tampoco creen que el racismo sea lo peor del mundo, siempre y cuando no perjudique sus resultados financieros. Si se divide a la población haciéndola más explotable, tanto mejor. ¿Y a quién le importa si la policía es enemiga de los intereses de la clase trabajadora de la que provienen?


El presidente Trump lo sabe. Él habla de "dominar" a los manifestantes. Insiste en que deben ser arrestados y encarcelados por mucho tiempo. Después de todo, quienes protestan son "el otro", el enemigo, y él está dispuesto a gasearlos y acribillarlos con balas de goma para poder posar frente a una iglesia exhibiendo una Biblia.

Donald Trump junto a sus padres del KKK.

Hay que destacar la habilidad de Trump como constructor de muros. Y no, no me refiero a ese "muro grande, grueso y bello" erigido a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México. Ha demostrado ser un maestro en la construcción de muros destinados a dividir a la población estadounidense, a separar a los republicanos de los demócratas, a los negros y a otros pueblos de color de los blancos, a los cristianos de los no cristianos, a los fervientes propietarios de armas de los defensores de su control y a la policía del resto del pueblo. “Divide y vencerás”, viejo lema del manual autoritario, y en eso Donald Trump es muy bueno.
Mi padre, bombero, sabía cómo apagar incendios, pero solía decirme que, “una vez el fuego se ha propagado a toda la casa, poco se puede hacer, excepto retroceder y contemplar cómo arde evitando su propagación”.

Las guerras emprendidas por Estados Unidos, siempre en tierras lejanas, han llegado a nuestra casa a lo grande. El país está siendo devorado por las llamas. Las alarmas suenan una y otra vez, y si no nos unimos para atajar el incendio, será completamente devorado por el fuego y nos encontraremos con lo poco que queda de nuestra democracia ardiendo con él.


Fragmentos extraídos del artículo “Light 'Em Up”.

Traducción del inglés: Arrezafe



 

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