Policía situada por encima de la ley,
mientras la violencia se apodera de los Estados Unidos.
Desde
el porche de sus casas, ciudadanos observan un cordón de policías
barrer su pacífica calle en Minneapolis, Minnesota. Incómodos por ser
filmados y excediéndose en sus funciones, la policía ordena a la gente
entrar a sus casas. Cuando algunos de ellos obedecen lo suficientemente
rápido, se ordena lo que tantas veces se pudo oír en las calles de las
ciudades iraquíes y en las aldeas de Afganistán: "Abran fuego". Y así,
estos estadounidenses "desobedientes" recibieron unas ráfagas no letales
por el "crimen" de observar a la policía.
Police Shoots at People In Their Front Porch #GeorgeFloyd #Minneapolis
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POLICE BRUTALITY in George Floyd Protests
Han pasado años desde
Ferguson
hasta el momento presente, pero la policía de Estados Unidos se han unido
oficialmente al ejército como guerreros
"profesionales". A raíz del asesinato de George Floyd el
25 de mayo, esos aguerridos policías han salido a las calles de todo
el país con un equipo y una actitud de combate. Ven a los manifestantes y a los periodistas
que los cubren, como "el enemigo" y a sí mismos como la "delgada
línea azul" de la ley y el orden.
La policía se emplea a
fondo golpeando cabezas y cuerpos indefensos, utilizando armas generosamente
financiadas
por el contribuyente estadounidense: balas de goma, gas pimienta
(como pudo experimentar
en una protesta la congresista Joyce Beatty de Ohio), gases
lacrimógenos (como experimentó
el clero episcopal en una manifestación en Washington DC), botes de
pintura y municiones "no letales" similares, junto con
granadas aturdidoras (munición que dejó
tuerto a un periodista fotográfico), porras y tasers, mientras
conducen equipos militares excedentes como Humvees y MRAP.
Incluso un avión no tripulado Predator que sobrevoló
al menos una protesta.
¿Quién necesita un
desfile militar, presidente Trump? Los estadounidenses están
presenciando "desfiles" militarizados en todo el país. Su lema: fuerza
y violencia. El resultado: multitud de estadounidenses heridos y
dañados a su paso. Los desechos de las guerras imperialistas de
Estados Unidos finalmente encontraron su lugar en Main Street, EEUU.
La policía tienen la
culpa de gran parte de este caos. Los videoclips la muestran
descontrolada, incitando a la violencia e infligiéndola, en lugar de
desactivarla y prevenirla. Con demasiada frecuencia, "servir y
proteger" se ha convertido en "disparar y golpear". Su
actuación se asemeja al personaje Eric Cartman, de South Park, un
niño inflamado por la posesión de una insignia y la posibilidad de
infligir violencia física sin responsabilidad. "¡Respeta mi
autoridad!", grita
Cartman mientras golpea a un hombre inocente sin ninguna razón.
Apuntemos pues nuestras
cámaras y señalemos a estos policías matones, documentemos sus
crímenes, pero también expongamos con coraje un hecho: no es sólo
su culpa.
¿Quién más tiene la
culpa? Bueno, muchos de nosotros. ¡Cuán estúpidos
hemos sido al tratar a los policías como héroes, tal como lo
hemos estado estúpidamente haciendo durante tanto tiempo con el
ejército de los Estados Unidos!
Dime, quién otorgó a la
policía una bandera estadounidense especialmente modificada para
proclamar que "la vida azul importa", y cuándo sucedió
exactamente eso, y por qué demonios tantas personas ondean estas
banderas. ¿Ha olvidado todo el mundo la historia estadounidense y el
uso de la policía (así como las unidades de la Guardia Nacional)
para reprimir a los trabajadores y sus organizaciones, mantener a los negros y
otras minorías en la marginación, intimidar al ciudadano común que
protesta por un medio ambiente más limpio o golpear a hippies y
pacifistas durante las protestas contra la guerra de Vietnam?
Las atroces guerras de ultramar
emprendidas por Estados Unidos, y que se multiplicaron durante décadas a
pesar de su sinsentido, finalmente han vuelto a su propia casa, a un imperio
empobrecido en el que la violencia y la enfermedad son endémicas, a
un imperio que se derrumba ante nuestros ojos.
"Cuando comienza el
saqueo, comienza el tiroteo", amenazó
con guerrero “estilo americano” el presuntuoso presidente
estadounidense, alentando al racista jefe de la policía de Miami
desde 1967. Una amenaza destinada a hacer de cualquier estadounidense cercano a una protesta una potencial víctima.
A
medida que proliferan
tales manifestaciones, los estadounidenses ahora se enfrentan a una
perspectiva sombría: la posibilidad de ser heridos o asesinados, y
luego despachados como "daños colaterales". Durante muchos
años, este eufemismo militar, probadamente falso, se ha aplicado a los
innumerables inocentes que han sufrido gravemente nuestras
interminables guerras en el extranjero y ahora está volviendo a
casa.
¿Qué se siente, Estados
Unidos?
Recordemos
que la
policía, como el resto de las instituciones de poder de EEUU, son
producto de una estructura sociopolítica intrínsecamente violenta,
abiertamente racista, profundamente
defectuosa y completamente corrompida por el dinero, el poder, la
codicia y el privilegio. En tal sistema, ¿cómo vamos a esperar que el
policía sea modelo de virtud y moderación?
La
verdadera intención de toda esta jerigonza guerrera, ya sea aplicada a
los militares o a la policía, es dividir al pueblo estadounidense y
vincularlo a impersonales sistemas autoritarios, como el
complejo militar-industrial-congresional.
A raíz del asesinato de
George Floyd, la mentalidad bélica-mercenaria de la policía ha
quedado claramente expuesta. ¿Cuál fue el gran "crimen"
de Floyd? En el peor de los casos, y si fuera cierto, un intento de
robo menor mediante un billete falso. George Floyd había perdido su trabajo
debido a la crisis de Covid-19 y, como la mayoría, habría tenido
suerte si hubiera llegado a ver el cheque único de 1.200 dólares, mientras los
ricos y poderosos disfrutan de “ayudas” billonarias.
Rara vez se envía a la
policía para detener y enjuiciar a los estafadores de cuello blanco.
No he visto morir a ningún banquero en la calle, ahogado bajo la
rodilla de un oficial de policía, ni tampoco a ningún gerifalte corporativo ser estrangulado por la policía. Es mucho más
fácil asediar y arrestar al vulnerable ciudadano común que, si
además es negro, su detención puede incluso desembocar en su
muerte.
Philando Castile, afro-estadounidense y empleado de un comedor escolar, asesinado por la policía en un control de tránsito en Falcon Heights, Minnesota. |
Gritarle la verdad al
poder no es suficiente.
Agente de policía blanco filmado cuando mataba a tiros y por la espalda a un hombre negro. |
Gracias, pero quienes detentan el poder ya saben la verdad, y agregaría que están muy complacidos con su monopolizada versión de la misma. No es suficiente decirles que la policía es violenta, racista y antisocial. Ellos lo saben perfectamente. De hecho, cuentan con eso. Cuentan con la violencia de la policía para proteger sus elitistas intereses. Tampoco creen que el racismo sea lo peor del mundo, siempre y cuando no perjudique sus resultados financieros. Si se divide a la población haciéndola más explotable, tanto mejor. ¿Y a quién le importa si la policía es enemiga de los intereses de la clase trabajadora de la que provienen?
El
presidente Trump lo
sabe. Él habla de "dominar" a los manifestantes. Insiste
en que deben ser arrestados y encarcelados por mucho tiempo. Después de
todo, quienes protestan son "el otro", el enemigo, y él está dispuesto a
gasearlos y acribillarlos con balas de goma
para poder posar frente a una iglesia exhibiendo una Biblia.
Donald Trump junto a sus padres del KKK. |
Hay que destacar la habilidad de Trump como constructor de muros. Y no, no me refiero a ese "muro grande, grueso y bello" erigido a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México. Ha demostrado ser un maestro en la construcción de muros destinados a dividir a la población estadounidense, a separar a los republicanos de los demócratas, a los negros y a otros pueblos de color de los blancos, a los cristianos de los no cristianos, a los fervientes propietarios de armas de los defensores de su control y a la policía del resto del pueblo. “Divide y vencerás”, viejo lema del manual autoritario, y en eso Donald Trump es muy bueno.
Mi padre, bombero, sabía
cómo apagar incendios, pero solía decirme que, “una vez el
fuego se ha propagado a toda la casa, poco se puede hacer, excepto
retroceder y contemplar cómo arde evitando su propagación”.
Las guerras emprendidas por Estados Unidos, siempre en tierras lejanas, han llegado a nuestra casa a lo grande. El país está siendo devorado por las llamas. Las alarmas suenan una y otra vez, y si no nos unimos para atajar el incendio, será completamente devorado por el fuego y nos encontraremos con lo poco que queda de nuestra democracia ardiendo con él.
Fragmentos extraídos del
artículo “Light 'Em Up”.
Traducción del inglés: Arrezafe
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