domingo, 17 de junio de 2018

Mundiales de fútbol y prostitución como ocio masculino

 
 Cuando se trata de prácticas tan masculinas y masculinizantes como ésta, parece necesario instrumentalizar a las mujeres para que nadie ponga en duda esa hombría que está fuertemente vinculada a la heteronormatividad.


El fútbol masculino ocupa tanto tiempo televisivo, tantos programas de radio o tantas conversaciones que es uno de los fenómenos más influyentes y cotidianos de la socialización masculina. Un fenómeno que está atravesado por valores y mandatos de la masculinidad hegemónica basada en la agresividad, la violencia, la competencia o la exclusión (casi) total de las mujeres. 


Actúa como escenario de representación de los roles patriarcales a veces de forma tan exagerada que casi parece un esperpento machuno.


Como sostiene el antropólogo Alberto del Campo Tejedor: “el fútbol es uno de los marcos más significativos y densos en el que se recrea, se construye, se vive la masculinidad tradicional androcéntrica, entendida más concretamente como machista, misógina y prepotente”.


 Mientras los hombres son muy hombres, las mujeres son ¿muy mujeres? y aparecen como personajes secundarios. 


Cuando se trata de prácticas tan masculinas y masculinizantes como ésta, parece necesario instrumentalizar a las mujeres para que nadie ponga en duda esa hombría que está fuertemente vinculada a la heteronormatividad. 


Es decir, las fratrías de hombres muy hombres excluyen a las mujeres de sus rituales, pero necesitan instrumentalizarlas para seguir demostrando su hombría mediante la reproducción de la jerarquía de género.
    
 En esa instrumentalización de las mujeres es donde tiene un papel fundamental la prostitución tanto para los aficionados como para los futbolistas.
 
 Es significativo que alrededor de estos eventos el mercado de la prostitución femenina crezca de forma exponencial.


 En el caso de éstos últimos, de vez en cuando nos encontramos con titulares en los medios que se refieren a escándalos sexuales en los que se desvela que algunos futbolistas han pagado por mujeres en prostitución mientras, por otro lado, se banaliza y normaliza que algunos famosos futbolistas aparecieran en una de las películas de Torrente en una escena ambientada un club de alterne.


 En el mundo del fútbol masculino muchos conocen el vínculo entre fútbol y prostitución de mujeres. Este vínculo que va desde prostíbulos a los que asisten famosos futbolistas hasta las fiestas privadas que los futbolistas organizan (o más bien les organizan otros) con prostitutas. 


Todo “normal”. Sólo aparece la necesidad de justificarse y negar la evidencia cuando se hace público su divertimento masculino (a costa de la explotación sexual de mujeres), como en el caso reciente de algunos jugadores de la selección mexicana.






 

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