El primer ser humano del mundo fue negro. Tu bisabuela, la
Eva mitocondrial, es negra. Y gracias a ella, nazi, existe tu especie y
estás vivo. Si la legitimidad para pisar tu suelo va de padrones, hace
200.000 años que el humano de raza negra habita el mundo
El primer hombre del mundo fue negro. Y
te precedió sin saber que te haría almirante del mundo por encima de
especies más furiosas. La primera mujer del mundo fue negra y de su
ombligo negro bebió el primer niño-humano. El primer bebé del mundo,
también negro, empezó gateando por su cueva de África. Creció y dominó a
algunos animales. Lamentablemente fue abatido por un oso cavernario.
Antes, tuvo el detalle de multiplicarse en otras células humanas.
Gracias a eso, hoy, nazi, existe tu especie y estás vivo. Y puedes
levantar tu mano derecha haciendo el saludo retrohitleriano por las
calles de Suecia. Andas –o marchas, porque te gusta dar pompa y
ceremonia al hecho de mover los pies hacia adelante– fingiendo que tu
mirada atraviesa a la chica del bolso, como si no existiera, como si
pudieras otorgar la transparencia a lo que no te gusta.
Puedes vestir
con corbata verde y ser rubio, pero tu linaje como el de todos está en
África, y así lo dicen a gritos los fósiles mudos que han dejado
testimonio en la tierra.
Tu exprimer ministro Olof
Palme no puede levantar la cabeza para verte y volverla a agachar.
Alguien le pegó un tiro en 1986 a quemarropa cuando salía del cine con
su mujer. A Palme, que defendió la igualdad y los derechos de los negros
en un clima de acoso ultraderechista y xenófobo, no le gustaría ver
cómo su país ha vuelto a la casilla de salida y cómo su asesinato y la
honda conmoción posterior se ha deglutido, digerido y expulsado como
aire inodoro e invisible.
La historia se te burla
porque, si la legitimidad para pisar tu suelo va de padrones, hace
200.000 años que el humano de raza negra habita el mundo. Tuvo que pasar
mucho tiempo, 160.000 años, para que tu Europa, esa que ves asediada en
un desmadre paranoide, fuera pisada por la primera planta de un pie
humano.
Crees que manejas el tiempo, pero llevas
ocupado un 0,1% de la existencia. El resto fue prehistoria, así que tu
legado es irrisorio y tu protesta pseudofascista no ocupará ni una línea
en ninguna biblioteca. A tu libro le sobran ideas y le faltan
argumentos.
En el mundo que deseas nos tenemos que
separar según color de piel o país de procedencia. Propongo dividirnos
por el Pantone de los ojos o por la altura entre la envergadura
multiplicado por tres.
Aunque no lo quieras, el
tatuaje esencial de tu cuerpo, hoy llamado ADN, es negro. Reconcíliate
con él, porque ahí vive tu bisabuela africana, la Eva mitocondrial, que
es negra y palpita dentro de ti aunque el tiempo haya acabado por
desteñirte de blanco.
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