Podemos estar seguros de que Estados Unidos será el verdadero
beneficiario a corto plazo de las revelaciones de los papeles de Panamá
Al añorado Umberto Eco le gustaba decir que la
verdad es mucho más difícil de demostrar que la mentira. Lo veremos una
vez más con el baile de los habituales de la palabrería, con los
acostumbrados a la excusa fácil: "es legal, es mi padre el que...".
Incluso con los del "os lo dije", como nuestros amigos de la OCDE,
siempre dispuestos a tranquilizarnos con su capacidad de resolver una
problemática que sin embargo es cada vez más difícil.
Por muy excepcional que sea el acontecimiento de los papeles de Panamá,
la información importante solo se obtiene analizando lo que ocurre
delante de nuestros ojos desde que empezó la última crisis económica. Es
a partir de 2007 y 2008 cuando la competencia económica se acentuó. Y
en esa competencia, con una economía que gira cada vez más en torno a la
información, ha cobrado especial importancia la inteligencia económica,
que es la que ha revelado buena parte de las últimas filtraciones, como
las de Wikileaks.
Para un servicio de inteligencia de capacidad media,
entrar en los servidores de una empresa no supone gran dificultad. El
único obstáculo a este tipo de operaciones secretas, cuando lo hay, es
político. ¿Cómo convencer a un jefe de Gobierno o a un ministro europeo
de meterse en los ficheros de una empresa como Mossack Fonseca? El
problema no es pequeño. Además de los riesgos de fuga, que a partir de
ahora serán cada vez más probables, es cierto que una operación de
"transparencia" contra Panamá o cualquier otro centro de opacidad supone
para un Gobierno europeo o sudamericano dispararse en el propio pie.
En ese contexto, Estados Unidos ofrece la opción más fiable, y podemos
estar seguros de que ese país será el verdadero beneficiario a corto
plazo de estas revelaciones. Para evitar que lo sea también a medio o
largo plazo, hay que protegerse a nivel local contra ese cáncer que
suponen los paraísos fiscales para nuestras economías. Como todo cáncer,
el económico tampoco se combate desde fuera, sino desde dentro. Estaría
bien que pudiéramos curarlo con caricias, pero a priori es mejor optar
por una vía sana y, de forma accesoria, como último recurso, por
la cirugía.
En realidad existen iniciativas concretas
contra ese cáncer. Empiezan a tomar forma terapias que previenen el
dolor para evitar tener que curarlo. Al igual que pude generar asombro
al declarar que la Administración judicial española era la mejor
equipada de Europa, volveré a asombrar diciendo que en España existen
innovaciones importantes para preservar nuestra economía, para mantener y
apoyar a nuestras empresas en este contexto de guerra económica.
Les invito a consultar lo que han desarrollado los expertos de Keepy-I.com.
Es uno de los proyectos que se inscriben totalmente en el marco de la
preservación local de las actividades más sensibles y más importantes
para nuestras empresas. Su actividad, sin reducirla a eso, forma parte
del ámbito del GRC: Gobierno, Gestión de Riesgos y Cumplimiento. A día
de hoy, este mercado está casi de forma exclusiva en manos de empresas
estadounidenses o australianas.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo
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