Fin
de curso. Comienzo de las vacaciones. Mariano Rajoy, el de los
sobresueldos, comparece en rueda de prensa por recomendación de sus
asesores en materia de comunicación para colocar al sufrido público su
habitual sarta de mentiras. El presidente peor valorado de la segunda
restauración carece de todo crédito en la opinión pero eso no obsta para
que él siga mintiendo porque le va a ello la supervivencia.
Esas comparecencias son un prodigio de psicología política del género
pachorra y caradura y falta del sentido de ridículo, cuyos mandatos son
los siguientes: 1ª) miente; la verdad es siempre mejorable. 2ª) alábate
sin descanso, sin temor a resultar más ridículo de lo que ya eres; 3) de
lo incómodo, de lo fasdioso, no se habla y, si se pregunta, no se
responde.
La rueda de prensa de ayer tuvo abundantes muestras de esta retórica hecha de pachorra, caradura y falta de sentido del ridículo.
La mentira viene de la mano de esa recuperación trompeteada sin parar
pero que se limita a los porcentajes del PIB que el propio Rajoy y los
organismos que le son favorables dictaminan a su libre capricho.
Crecemos. La tasa de variación del PIB es positiva. Cierto que mucha
gente no la ve. Desde luego que no. En concreto, quienes hacen colas en
los comedores de Cáritas o buscan el condumio en los cubos de la basura;
esos no notan nada. Ni los parados, ni los contratados en precario, ni
los pensionstas. Nadie. Pero le da igual. Ya se verán los efectos de esa
recuperación que solo anida en su angosta mente.
Asegura que se reduce el déficit, lo cual es decisivo para garantizar
las inversiones, pero no dice nada de la deuda que, superando ya el
ciento por ciento del PIB, es una losa que pesará sobre los hombros de
las generaciones futuras. Una típica media verdad que, en el fondo, es
una mentira, consistente en llamar "recuperacion" a aplazar los pagos
para que los hagan otros.
El salario de los funcionarios sube un 1%. Al margen de que esto es nada
cuando los salarios de estos trabajadores llevan tres años congelados,
lo interesante es la mentalidad que revela: la derecha neoliberal y
nacionalcatólica (que son lo mismo) considera que el Estado es su
cortijo y los dineros públicos algo que le pertenece y otorga según su
capricho. En este caso, el asunto está así: los funcionarios reciben un
1% más en sus salarios y el gobierno concede una subvención de 150
millones de euros a sus amigos, los concesionarios de la autopista de
peaje Madrid-Toledo, en quiebra desde sus comienzos, con un sistema de
capitalismo de enchufe y corrupción que no puede mantenerse.
Hay que cambiar. Por eso, el PP, anuncia que se aumentan las pensiones
un 0,25%, que es lo mismo que decir nada cuando los pensionistas tienen
que pagarse los medicamentos y el gobierno piensa abonar la paga
extraordinaria esquilmando el fondo de reserva, que ya ha consumido en
muy buena medida. No hay dinero para subir las jubilaciones, pero sí lo
hay para que, en un acto de enchufismo y amiguismo asombroso hasta para
España, el peor ministro de Educación de la historia se retire de
embajador ante la OCDE a efectos de coincidir con su mujer y todo ello a
cuenta de los contribuyentes. Dos auténticas nulidades que han
destrozado el sistema educativo español en todos sus niveles son
premiados con una estancia en París como recompensa por los servicios
prestados y pagada por la colectividad sin que ninguna de ambas tenga
competencia específica para el trabajo que ha de desempeñar, si es que
han de desempeñar alguno y no se dedican a pasear por el Sena.
El 53'5% de los presupuestos generales del Estado va destinado a fines
sociales. Una advertencia que de nuevo delata la mentalidad clasista,
elitista, de la derecha que considera que los dineros públicos son suyos
y los administran en forma de nóminas, sobres, pagos no registrados. Lo
habitual en la picaresca. Hablan de la "cuestion social" como el que
podría hablar de las limosnas de los domingos.
Sobre la corrupción es muy poco lo que pueda decir un presidente
sospechoso de haber sido quien ha la amparado y hasta se ha beneficiado
de ella. Sus divertidos circunloquios lo delatan: eso es el pasado y el
pasado debe dejarse atrás para edificar un buen futuro a costa de la
recuperación qe ya se ve. Y, lo que no quede sumergido en las brumas del
pasado, junto a sus sobresueldos y sus achuchones a Bárcenas para que
sea fuerte, se atajará con la ley de transparencia, una norma de lucha contra la corrupción que no sirve literalmente para nada porque la hicieron los corruptos.
En lo tocante a Cataluña, a Rajoy se le cruzan ya las respuestas y, en
breves instantes, mezcla los habituales embustes con las mezquindades y
el silencio. No habrá elecciones "plebiscitarias", dice, porque lo
prohíbe la ley. Es mentira. La ley no prohíbe tal cosa y que las
elecciones sean o no plebiscitarias dependerá de cómo las entienda la
gente ya que lo plebiscitario es subjetivo y no fácil de reconocer como
las chirimoyas. Tampoco hubo referéndum el día 9N y, sin embargo, ha
lanzado a la fiscalía en persecución de que quien lo organizó.
Por fin se hace algo de luz en las tinieblas mentales de quien lleva
tanto tiempo dedicado a los sobresueldos, y reconoce que el reto
soberanista es el más grave que hay en España. Eso era visible hace
cuatro años, pero Rajoy no se enteraba porque, aunque ahora, asustado,
se pase el día hablando de su amor a Cataluña, ni la entiende, ni la
comprende, ni mucho menos la quiere. Y como nunca es tarde si la dicha
es buena, el presidente de los sobresueldos reconoce la gravedad de la
siuación a su manera, demostrando no entender nada y seguir tensando la
cuerda con un "Cataluña no será nunca independiente", que tiene
el valor de las afirmaciones y negaciones de Rajoy: no se celebrará el
9N, reduciré el paro a la mitad, no subiré los impuestos, no tocaré las
pensiones ni la educación ni la sanidad, llamaré al pan, pan y al vino,
Bárcenas.
En la época de la publicidad y la comunicación sin límites es un
verdadero lujo tener un presidente que, cuando comparece en público,
miente sin parar.
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