Esta vez el título me quedó tan dramático como
cursi, pero es que este final de época es patético y ridículo. Una
agonía que resume la Fiscalía y un juez de carrera y clara connotación
franquista que mete presas a dos personas por un delito que no existió,
hacer propaganda de ETA, pura persecución de la libertad de expresión.
Ese es el verdadero espectáculo siniestro y no el de los títeres y está
siendo el broche de porquería que cierra el periodo histórico iniciado
en la tan reivindicada Transición.
Llamando
'Transición' a aquella operación política se ocultó que se trató de 'la
Reforma', ya que 'la Ruptura' no fue posible. Evidentemente, esa
democracia fue mucho mejor que el franquismo anterior, pero se trataba
de ocultarnos que no romper con el franquismo sino interiorizarlo
encerraba un grave problema. El cáncer que anidaba en el Estado se fue
extendiendo por todo el sistema político hasta anularlo.
El reinado de cuatro años del PP de Rajoy sobre el
Estado y sobre todos nosotros rompió todos los pactos en que se asentaba
esa Constitución, la vació y reventó las costuras del Estado,
zarandeando incluso a la monarquía. Por limitada que fuese desde sus
inicios esa democracia fue secuestrada por esa derecha voraz. Piénsese
que finalmente el custodio de la sagrada constitución, y siempre de la
unidad de España, es un partido fundado por un ministro franquista y
presidido por dos políticos con pasada militancia franquista como Aznar y
Rajoy que hicieron campaña contra la aprobación de la constitución. En
cambio el nacionalismo catalán, firmante de la Constitución, quedó
expulsado con espada de fuego. Todo un balance.
La
figura de Rajoy con sus anécdotas y declaraciones absurdas y su comparsa
de ministros delirantes, como el del Interior, y figuras falleras, como
Rita Barberá, puede que sea más recordada en el futuro que ninguna otra
de las de los presidentes anteriores. Después de él, el diluvio.
Pero no habrá diluvio. Y tampoco ahora habrá ruptura, habrá reformas en
la onda de lo que apuntaba el primer borrador enviado por el PSOE a los
demás partidos, “siquiera mínimamente federal”. Y de parecido modo
piensan todos los partidos, excepto el PP, que participan en esas
conversaciones para formar un Gobierno que no existirá y que anticipan
unas próximas elecciones. No sé como serán las cosas en la república
catalana pero en el Reino de España no cambiará mucho. Seguiremos
apurando las heces del cáliz de la mistificada y mitificada Transición.
Sin embargo, estamos tan abajo que cualquier gobierno que venga
“siquiera mínimamente” social y dialogante será recibido como una
bendición por una sociedad agobiada y asqueada.
La
sociedad española se conformará con poco, es cierto, pero puede que
Pedro Sánchez se equivoque en la medida de ese poco. Se descalificará no
como izquierdista, que no lo es, sino como demócrata si el gobierno que
ofrece no legisla para derogar la llamada Ley Mordaza. La libertad de
expresión, los sindicalistas presos, los titiriteros presos, no son unos
pocos 'matados',… somos todos.
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