miércoles, 10 de febrero de 2016

Fernández Díaz: "ETA desea un Gobierno PSOE-Podemos" Jorge Fernández Díaz: por sus obsesiones se le conocerá


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 El ministro ha declarado que ETA espera "como agua de mayo" un Gobierno de PSOE y Podemos. Su ocurrencia se suma a una larga lista de frases que retratan las obsesiones del ministro con la familia, con los migrantes y con la religión católica.


Fernández, en una visita a la valla de Melilla. / MINISTERIO DE INTERIOR


Pablo Elorduy | Diagonal | 10/02/16


La escena se las trae. Un diputado español de 41 años, un pecador, en sus propias palabras, encuentra a dios en la ciudad del pecado. No es difícil imaginar a un pecador en el desierto de Nevada encontrando la palabra de dios entre colillas, botellas vacías, ligueros, etc, etc.


Pero el pecador no ha abundado mucho más sobre esa conversión. No tenemos más que llevarnos a la boca y es raro, dado que se trata de un personaje locuaz, dispuesto a entrar en todos los fregados.


Ese 1991 comienza la lucha que dios despierta en el diputado, y recién depuesto presidente del PP de Catalunya, que se prolongará seis años más.


 “Estuve unos siete años luchando, diciéndole que no me pidiera tanto”, ha confesado el pecador, Jorge Fernández Díaz, el ministro –con permiso de Margallo– más incontinente.



A partir de ese momento de epifanía, Fernández Díaz progresó en su fe y en el partido. En su fe, mediante el acercamiento al Opus Dei, su asistencia a misa todos los días, un rezo del Rosario por aquí, un rato de oración por allá –alguna en el Valle de los Caídos, junto a la tumba de Franco–, una lectura espiritual en los ratos libres y su pertenencia a la Sagrada Orden Militar Constantiniana de San Jorge, una orden no reconocida por el papa Benedicto XVI por su carácter radical.

La experiencia religiosa de Las Vegas ha marcado la vida política de Fernández Díaz, quien es un habitual de los medios católicos de información, ha protagonizado una película –El Colibrí– y fue impulsor, junto a José Bono, del homenaje a sor Maravillas en 2008.

Como ministro de Interior ha tenido otras ocurrencias como la concesión a dos vírgenes de las medallas al mérito policial y de la Gran Cruz de la Guardia Civil. Más recientemente, la presentación en sociedad de su ángel de la guardia, un tal Marcelo, ha hecho palidecer su gran aportación al género confesional: su “España será cristiana o no será”, pronunciada en el Vaticano en 2012.

Sus creencias han marcado su posición sobre el matrimonio homosexual, porque a su juicio “pone en peligro la reproducción de la especie” o sobre el aborto, al que llegó a relacionar con ETA.

Obsesión por la familia

 

Después de dios, la primera de sus obsesiones es “la familia”. No sólo en un sentido católico del término sino también en su concepción más literal.

Un artículo del 83 de El País mostraba la querencia de Fernández Díaz por rodearse de los suyos. Tres de sus hermanos, su esposa, el suegro y la cuñada de su hermano, tres cuñados propios y un primo de su mujer están en la relación de cargos que acompañaron a Fernández Díaz durante su etapa en la delegación de Trabajo de Barcelona, adonde el hoy ministro fue a parar “por el contraste entre su dureza frente a los conflictos laborales y la ternura hacia su familia”, en palabras de Elena Lorente, autora del artículo de El País.

La ternura se extiende hacia su hermano, Alberto Fernández, hoy en el Parlament, con quien formó lo que se llamó el “clan de los hermanos” y amasó “un poder sin igual en la esfera político-empresarial catalana”, según explicaba David Bollero en Público.

En su partido, a partir de los 90, su evolución corre pareja a la de Mariano Rajoy, primero aislado del núcleo duro aznarista por su apuesta por Antonio Hernández Mancha en la carrera de sucesión de Manuel Fraga, después, acompañando al aún presidente en su paso por Interior y, posteriormente, nombrado ministro durante el ciclo de Rajoy.

Antes, la vieja guardia de AP ya le había calificado de oportunista y arribista,después de saltar del barco llamado UCD para entrar y hacerse con la dirección de los populares en Barcelona.

Su lealtad a los suyos también se vio confirmada con la polémica reunión que mantuvo con Rodrigo Rato en julio de 2015, cuando el exvicepresidente ya estaba imputado por el caso Bankia.

Obsesión con las fronteras

 

De casta le viene al galgo, que se decía antes. Fernández Díaz no era un desconocido en Barcelona, pese a haber nacido en Valladolid.

El todavía ministro de Interior es hijo de Eduardo Fernández Ortega, teniente coronel de caballería en el ejército y subinspector jefe de la Guardia Urbana de Barcelona durante el Franquismo. En el haber de Eduardo Fernández está el internamiento de miles de personas en el Palacio de las Misiones, que se convirtió en una auténtica cárcel.

Se trataba de migrantes que llegaban en los 60 a Barcelona desde otras partes del Estado en busca de trabajo. Al estilo de los Centros de Internamiento de Extranjeros. Fernández ha defendido que los CIE “no son prisiones”. En 2014 se pidió su dimisión por el uso de bridas para atar a migrantes en estos centros.











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