"Se cierra sin detenidos la operación antiterrorista en el sur de Bélgica". Sin más y ya está. Así lo editan los "progres" de 20minutos.es.
Por cierto, al hilo de esta noticia repetimos que lo del barrio de St.
Denis de París no fue una redada, fue un asalto como los nazis
asaltaron el güetto de Varsovia.¿Se imaginan un titular de los medios
españoles como el arriba citado si la Guardia Nacional Bolivariana
hiciera algo similar en el barrio de los ricos de Caracas?
La policía opera con impunidad y sin freno en Bélgica.
El martes
24 de noviembre hace un día de perros en Bruselas, con temperaturas bajo
cero, viento y lluvia. El técnico de mantenimiento y reparador de
calderas Gilles Van den Broek revela sus temores al periodista en medio
del temporal: "Dicen que detienen a gente, pero a mí me da que solo
detienen a schtroumpfs (pitufos)", indica en francés con marcado acento
flamenco. Lo dice por los más de mil registros y 150 detenciones en
Francia. Las autoridades belgas no han dado una cifra exacta, pero,
sumando notas policiales, es probable que supere con creces los 60
arrestos. La mayoría son posteriormente liberados. Y hay muchos abusos,
especialmente en suelo francés.
"He
recomendado a mis clientes que no hablen con la prensa todavía", explica
Aurélie Jonkers, la abogada de uno de los hermanos del terrorista
inmolado Bilal Hafdi. "Fue arrestado el pasado jueves y liberado poco
después sin problemas. Está destrozado por lo que hizo su hermano". Pero
otro hermano de ambos fue detenido el mismo día, sin la misma suerte.
"Él sí que
pasó momentos de tensión y no salió hasta el viernes pasando la noche en
prisión sin ningún motivo", lamenta Jonkers, para quien "es
"comprensible que la policía esté un poco nerviosa". Ninguno de los
nombres de los dos hermanos del asesino suicida Bilal ha trascendido.
Pero su caso recuerda al de Mohamed Saleh, hermano del prófugo Abdeslam y
del kamikaze Brahim, que fue encarcelado al día siguiente de los
atentados y no salió hasta dos días después.
Debido a la
opacidad de las autoridades, existe un gran desconocimiento sobre lo
que pasa en Bélgica, cuya capital seguía el martes tomada por policías y
militares, aunque la vida parece recuperar parte del trasiego perdido.
De todas las detenciones realizadas tan solo cinco personas permanecen
en prisión preventiva, según ha reconocido la Fiscalía federal en un
comunicado.
Domicilios asaltados por la policía sin motivo
Peor lo
pasan los individuos de origen magrebí en Francia, donde se ha ampliado
por tres meses el estado de emergencia que concede amplios poderes a la
policía. La prensa local ha abundado en historias escabrosas con
violencia injustificada. Como por ejemplo la que lleva La Voix du Nord
sobre un joven que acompañó cuatro días después de la masacre parisina a
su padre de 67 años a una comisaría de Boulogne-Sur-Mer (departamento
de Pas-de-Calais) a hacer un trámite administrativo. Según la policía,
esta persona se puso a hacer fotos –versión que él desmiente- lo que
concluyó con una noche de calabozo y con el registro de su apartamento,
que fue puesto "patas arriba". Para nada.
El mismo
diario relata el caso de Fátima y su hija en Quévrechain (Norte), con
idéntico desenlace (nulo). Un brutal registro propiciado por una
información errónea relativa a anteriores inquilinos según la cual en el
piso de Fátima había armas, terminó con la puerta reventada de una
explosión, la vivienda llena de lásers de las armas de la policía y con
la madre amordazada delante de su hija.
En
ocasiones los registros han dejado heridos. Nice Matin cuenta las
heridas que una niña de seis años sufrió en el cuello como consecuencia
de la irrupción de agentes en una casa de Niza a las cuatro y media de
la mañana. Las lesiones se produjeron por el estallido de trozos de
madera durante el derribo de la puerta, que salieron disparados. El
padre terminó bocabajo amordazado. ¿Qué buscaban? Según Nice Matin, "al
vecino de la puerta de al lado".
Ha habido
situaciones menos graves, pero ridículas, como la que vivió Mickaël, un
hombre de 27 años que viajaba en un tren de alta velocidad entre
Marsella y Rennes, señala el rotativo Sud-Ouest. Mientras el veinteañero
miraba una película de acción, la persona que se sentó al lado le
confundió y llamó a la policía. En una estación intermedia la policía
desalojó el tren y retuvo cuatro horas al malogrado Mickaël.
Estas
narraciones de abusos se repiten a lo largo y ancho del país. Ibrahim
Maalouf es un trompetista francés de origen libanés que tocó en un
programa de Canal+ tres días después de los ataques terroristas. Poco
después quiso viajar a Londres a bordo del Eurostar desde la Estación
del Norte parisina. Entonces fue cacheado más de lo necesario (según su
versión), denunció los cacheos en su cuenta de Facebook… que recogió
inmediatamente el diario Le Parisien. ¿Y qué sucedió? Maalouf fue
obligado a apearse del vagón por tres agentes a los que no les gustó lo
que vieron por las redes, ha contado el músico a Le Monde.
También ha
habido saña contra las mezquitas, como una en Aubervilliers (periferia
de París) que fue asaltada la noche del 16 al 17 de julio por fuerzas
del orden y dejada hecha unos zorros. En Bélgica las potenciales
víctimas guardan aún silencio en relación a estos abusos. En Francia,
más de mil registros han dejado un reguero de afectados colaterales en
nombre de la seguridad y la prevención antiterrorista.
Público
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