viernes, 2 de octubre de 2015

Raúl Castro: el momento de la emoción contenida [+ E-book]

Raúl Castro recibe ovación del plenario de la Asamblea General de la ONU durante 
el 70 período de sesiones. Foto: Reuters
Introducción del libro electrónico "Raúl Castro en la ONU"

Norelys Morales Aguilera.-- El presidente cubano Raúl Castro Ruz, visiblemente emocionado, llega al asiento reservado para los oradores por el protocolo de las Naciones Unidas, que celebra el debate del 70 período de Sesiones de la Asamblea General, después de haber intervenido ante el plenario, que expectante esperaba al mandatario a menos de un año del anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

Una ovación cierra la intervención más aplaudida en las jornadas. Ocho veces fue aplaudido en la sala, como señal de simpatía, durante los aproximadamente 18 minutos que se tomó en sus palabras.

Las especulaciones corrían a mareas por los medios y las redes sociales, así como por los pasillos de la sede de la ONU donde se habían dado cita más de un centenar de mandatarios. Pero, cualquier cubano de la Isla sabía a qué se iba a referir respecto a su país, y solo se esperaba por el tono de las mismas. Y, fue una lección de diplomacia revolucionaria, donde no faltó posición alguna, ni renuncia a los valores de una historia compartida, que enaltece la resistencia de la nación cubana.

Raúl llegaba precedido de emocionantes jornadas en la Isla tras la visita del Papa Francisco, un mediador importante, en el acercamiento de Cuba y Estados Unidos tras 55 años de relaciones signadas por el entorno de la Guerra Fría, y la frustración de los sectores más reaccionarios de Estados Unidos, cuyas acciones contra la Isla, dejaron miles de muertos, mutilados, daños materiales, y un bloqueo injusto que clasifica como acto de genocidio según la Convención de Ginebra.

Asimismo, venía del singular momento de la firma en La Habana, de los primeros acuerdos para la paz en Colombia entre las FARC-EP y el Gobierno colombiano, proceso en el cual Cuba, junto a Noruega han sido uno de los garantes del diálogo, con el acompañamiento de Chile y Venezuela.

Raúl, en el asiento para los mandatarios frente al podio de la Asamblea General de la ONU, emocionado y contenido, resultaba el hombre modesto y firme a la vez, que describen compañeros cercanos. También cuentan que es sumamente organizado, ordenado, sistemático, exigente. Enemigo acérrimo de la injusticia. Predica con su ejemplo. Un padre preocupadísimo por la educación y el cuidado de sus hijos. Un hombre criollísimo, afable, atento, chistoso, con un carácter muy abierto y profundamente humano.

Pero, allí estaba, también mirando hacia adentro, el hombre que hoy preside los destinos de Cuba, llevando la voz de una nación por el camino que abrió el liderazgo de Fidel Castro, quien permitiera que por méritos propios, ese hermano de sangre y colaborador infinito, tuviera el mandato singular de actualizar el modelo económico de Cuba, sostener las conquistas de la Revolución, y continuar hacia el socialismo próspero y sustentable, que aspira la mayoría absoluta de sus compatriotas.

Había llegado a Nueva York  al mediodía del jueves 25 de septiembre de 2015. En el aeropuerto John F. Kennedy era recibido por el embajador José Ramón Cabañas Rodríguez y el representante permanente de Cuba ante Naciones Unidas, Rodolfo Reyes Rodríguez. Algo impensado hace apenas un año.

Sus palabras recibieron más aplausos de los que se habían oído en la intervención de Obama esa misma mañana o de cualquier mandatario europeo, reportó Dpa.

La agenda fue intensa en Nueva York. Se volvió a reunir con François Hollande, después de la visita que el presidente francés hizo a La Habana en mayo como el primer mandatario de una potencia occidental en visitar Cuba desde el anuncio del acercamiento a Washington, y también conversó con el líder ruso Vladimir Putin.

Tuvo una entrevista con un grupo bipartidista de legisladores norteamericanos que han mantenido posiciones favorables al cambio de la política estadounidense hacia Cuba.

Raúl y Obama posaron finalmente estrechándose las manos el martes para los fotógrafos. El líder cubano, aparentemente ya acostumbrado a las citas históricas, esbozó una sonrisa al constatar la mayor estatura de su homólogo estadounidense.

La televisión cubana había mostrado las imágenes de Raúl siendo recibido por el ex presidente estadounidense Bill Clinton en Nueva York, quien firmara la nefasta ley Helms-Burton para complacer a la ultraderecha miamense. También el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, se tomó un tiempo para saludarlo personalmente.

Seis días en Nueva York -hasta 30 de septiembre-, no dejaron jornada sin ser noticia. Mandatarios, hombres de negocios y amigos de la Isla, cubanos o no, fueron parte de la dimensión de ese pequeño país, capaz de visualizar por sus dirigentes y ciudadanos, los grandes asuntos planetarios, y a su vez, el valor de la solidaridad como piedra angular de un nuevo mundo, aún soñado, pero posible.

¿Acaso Raúl Castro allí tenía en mente momentos de la historia que ha vivido como protagonista en cinco décadas, o confirmaba alguna de las visiones de Fidel, que es imposible que no le acompañen?

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