Por JORGE MORUNO
El
Ayuntamiento de Ana Botella ha decidido quitarle el nombre de un teatro
en Madrid a Fernando Fernán Gómez, ofreciéndonos una clara muestra de
arrogancia oligárquica contra un actor que nunca tragaron, pero que se
lo tuvieron que comer quisieran o no. Los griegos colocaban una moneda
debajo de la lengua del difunto para que éste pudiera pagar a Caronte,
el barquero de Hades y así evitar que deambulen perdidas por el río las sombras errantes.
La despedida de Fernán Gómez estuvo arropada por la bandera
anarcosindicalista roja y negra, no sabemos si tenemos que pagar a
alguien cuando morimos, pero parece que esa última guinda de salubridad
rebelde se la quieren hacer pagar a él cuando ya se ha ido. Se llenan la
boca con la palabra historia cuando se cuestiona tanto monumento y
tanta calle homenajeando a carniceros como el General Yagüe, amparándose
en que no se puede borrar el pasado de nuestro país. El problema es que
existe otro pasado que rara vez tiene lugar en la historia de las
calles y los monumentos, un pasado que no se puede olvidar porque ni
siquiera lo quieren recordar y mientras, deambulan perdidos entre
tinieblas esperando a ser rescatados.
Todavía no sabemos qué nombre pondrán finalmente al teatro, pero es
posible que con el tiempo acabe siendo peor de lo que pensamos. Ahora lo
que se lleva es colocar nombres de marcas y empresas en aquellos
lugares cruciales en la formación de la comunicación humana. El
patrocinio de las grandes empresas “costea”, dicen, lo que no se puede
subvencionar porque no hay dinero, una vez que, previamente se reducen
los salarios y los ingresos públicos necesarios para poder destinar
fondos. Entre otras razones porque además esas mismas grandes empresas
pagan siempre menos impuestos. La misma lógica que conduce a patrocinar
el metro de Madrid por una empresa privada, es la que provoca la
“incuestionable” situación que hace “necesario” su patrocinio: ellos se
lo cuecen, también se lo comen, muchas veces en familia, como la mafia.
Los que pretenden borrar la historia popular para suplantarla con
nombres de multinacionales, son los que atacan a nuestras más preciadas
joyas como la sanidad. Ellos arruinan la cultura que compartimos, no los
inmigrantes que la rejuvenecen. Se van desvaneciendo todos los nombres
menos los que homenajean a los asesinos golpistas. Desaparece la cultura
de las personas para que las marcas sean la única forma de cultura
posible entre las personas.
Los que están partiendo a España son los
patriotas de hojalata que trafican con los pisos de protección oficial
para venderlos a fondos de inversiones
como Goldman Sachs. Ellos son patriotas de paraísos fiscales, ellos
son el principal peligro para España y al igual que ocurre con la
democracia, también la destrozan alardeando de ser los más españoles.
¿Saben lo que les diría Fernando Fernán Gómez?
*
Extracto del documental La Silla de Fernando (2006) de Luis Alegre y David Trueba.
La retirada del letrero se produce en medio del nuevo plan de financiación para
los centros culturales que potenciará la gestión privada.
*
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